Este fin de semana pasado se celebró en Castellón el segundo Encuentro de Editoriales Independientes, ENDEI. No iba a comentarlo porque la fantasía se quedó fuera del programa, y casi la ciencia ficción, por lo que en este blog no interesa lo que se haya dicho, pero sí me gustaría comentar un par de impresiones generales con las que salí del Encuentro.
No asistí a los actos del jueves y del domingo, solamente a la tarde del viernes y todo el día del sábado. Si soy sincera, antes de la (mini) presentación de La pollila en la casa del humo de Guillem López apenas recuerdo nada interesante. Fue después de la presentación de su nueva novela cuando empecé a escuchar cosas que me chirriaban.
Me llevo varias conclusiones de estas pocas horas de encuentro con editores. La más importante, quizás, es la desconexión con la realidad que sufren algunos editores, que concentrados en su línea editorial, en su mundo y en sus lecturas, hace mucho que no salen de la cueva y observan cómo ha ido cambiando el mundo y qué funciona ahora. A estos editores, que son más de los que voy a nombrar concretamente en esta entrada, además, quizás les vendría bien un ejercicio de autocrítica y reconexión, ya que las caras de algunos asistentes del público me hacen pensar que no soy la única que piensa así.
¿Cómo he llegado a esta conclusión?
En la mesa redonda posterior a la presentación de las editoriales Libros de El Zorro Rojo, Sajalín y Aristas Martínez (que aprovecharon para hacer la presentación de Guillem López) se trataron las posibilidades de los autores españoles de ser publicados. Participaban Sajalín, Reino de Cordelia, Versátil y Tropo.
Inevitablemente, el tema derivó en todos los manuscritos que se reciben a diario en las editoriales y en la falta de atención que ponen estos autores a las líneas editoriales, derivando en miles de obras que jamás se publicarían por falta de coherencia con el resto del catálogo, sin importar su calidad. El editor de Sajalín, que solo publica autores traducidos, le interpeló al de Tropo: “No quiero imaginar todo lo que recibís vosotros, desde romance paranormal, ciencia ficción o a saber” (parafraseo). No había pasado un minuto después, cuando el editor de Tropo aclaró que su línea editorial no se basaba en un género o un tema, sino en la calidad. Minutos después, haciendo una intervención semejante, el editor de Reino de Cordelia nombró de pasada las “marcianadas” (palabra literal), de nuevo, para referirse a toda la cantidad de manuscritos sin calidad y sin acierto que llegan a sus buzones.
Estos pequeños dos detalles me hicieron resoplar. La ciencia ficción, como decía antes, si no fuese por Guillem López, no estaría representada en el ENDEI de este año. Lo que no esperaba, aunque debería haberlo hecho, era encontrarme esa falta de respeto y conocimiento a un género que está viviendo una edad de oro en todos sus formatos. Y más, tan pocos minutos después de haberse presentado una novela de este autor, uno de los grandes narradores de este género en español.
El sábado por la mañana hubo otro destello durante la presentación de editoriales dedicadas a la poesía. Se presentaban Unaria, Ya lo dijo Casimiro Parker, Pre-Texto y Harpo Ediciones. Durante la ronda de preguntas alguien sacó el tema de qué pensaban las editoras de la autoedición. Después de dar bandazos en una opinión no demasiado clara, la editora de Unaria concluyó su intervención usando, literalmente, el verbo “ensuciar”.
Cómo explicarle a una editora que su labor es importante, pero para algunos autores no es imprescindible. La autoedición nos ha dado grandes títulos y muchos autores que luego han firmado con editoriales (que incluso les han comprado las obras que previamente habían publicado por su cuenta). Contar con un editor es contar con una red de seguridad, pero hay privilegiados que no la necesitan. Como la poesía no es un género que siga, no sé de manera exacta cómo está la autopublicación de poetas ni cuánto puede influir la figura de un editor en una obra; pero mi experiencia en otros géneros es que a veces no es necesaria. No me canso de recomendar, por ejemplo, a Paz Alonso y Pau Varela, que no necesitaron editor para crear unas novelas magníficas. Usar el verbo “ensuciar” y endiosarse como maestros de la literatura ni es realista ni hace bien a nadie.
Pero lo que hace que esté escribiendo esto llegó durante el sábado por la tarde. Los actos empezaron hacia las 5 en la librería Argot y continuaron hasta pasadas las 8 y media. Los empezaba la mesa redonda “El esplendor del cuento”, cuyo primer turno de palabra lo tuvo de nuevo el editor de Reino de Cordelia. “Me sorprende el título de la mesa redonda, porque el cuento no vende y nadie lee cuento”. A pesar que uno de los invitados era el editor de Libros del Zorro Rojo, ese fue el tono predominante en la mesa redonda, por lo menos del trozo en el que estuve presente. Durante la siguiente media hora asistimos a un ejemplo práctico de editores dinosaurio, alejados de cualquier realidad editorial que no sea la inmediatamente suya y sobre todo, que hace tiempo que no hacen un ejercicio de autocrítica. El cuento no vende, estuvieron de acuerdo. A los lectores no les gustan los géneros breves, prefieren la novela. Hay grandes cuentistas pero las antologías son un suicidio económico.
¿De verdad?
Porque yo sí estoy de acuerdo en que estamos viviendo una época para el cuento que hacía tiempo que no se veía. Hay grandísimos escritores de relato corto y hay muy buenas antologías saliendo a la venta cada pocos meses. Tantas, que intento estar al día de lecturas, pero se me siguen acumulando. ¿Qué antologías son? Las primeras en las que pienso son las editadas por Mariano Villarreal: las tres ediciones de Terra Nova; A la deriva en el mar de las lluvias, Mariposas del oeste y Castillos en el aire (que salió este mes a la venta). Y estoy convencida de que me dejo alguna. Las dos antologías Alucinadas: la primera fue un éxito de crítica y público (mi reseña) y la segunda sale esta semana y estamos todos esperando ansiosos. Mañana Todavía fue el primer libro de Fantascy en agotar la edición. La editorial Fata Libelli tiene gran parte de su catálogo dedicado a antologías: estoy mirándolo, y salvo una novela de Nina Allan y otra de Aliette de Bordard son todo antologías. Además, ya os he contado todo el trabajo que hace Marcheto para traducir relatos que termina uniendo en antologías anuales (y van tres), ¿no?
Si las antologías no vendiesen, si los lectores no quisieran leer género breve, ¿toda esta gente (y mucha más que me dejo por no alargarme) seguirían convocándolas y editándolas? ¿El público no quiere leer cuento y relato, o es que no hay buenos antólogos?
Pero volvemos al tema de antes: estas antologías y estos lectores están enmarcados dentro de la ciencia ficción y la fantasía. Para la industria editorial estos dos géneros son poco más que una broma y no se les presta atención. Son invisibles. Qué pase en los Hugo, en los Ignotus, qué se publica, cuánto se vende, no importa. La ciencia ficción son marcianadas y los que la leemos unos frikis. Y como frikis y marcianadas, no somos elementos culturales y no somos tomados en cuenta.
En plena orgía de casposidad, atraso social-literario y exhibición de dinosauriedad, el tono fue volviéndose más atrevido. El editor de Libros del Zorro Rojo confesó que a él jamás se le había ocurrido “leer un libro en formato digital”, pronunciando las palabras como si fuese sacrílego solamente pensar en sostener un Kindle. Pero el destello de calidad, conocimiento y actualidad literaria lo tuvo, de nuevo, Reino de Cordelia: “Ahora están de moda los microrrelatos, que son como microchistes y son horribles” (parafraseo aunque las palabras “microchistes” y “horribles” son literales). Isa, que me acompañaba, soltó un suspiro que no se pudo disimular, yo estaba cansada de taparme la cara de estupor con el programa y decidimos que era el momento de dejarlo y nos fuimos de la mesa redonda.
No fuimos las únicas, aclaro.
Cuando terminó y volvimos al bajo de Argot, conocidos entre el público nos dijeron que no éramos las únicas molestas y que habían protestado durante la ronda de preguntas, aunque el editor de Reino de Cordelia había dejado la mesa redonda durante la primera pregunta.
A esas alturas de la tarde, Isa y yo estábamos bastante desanimadas con ENDEI. Con muy poca fe, aguantamos la siguiente mesa redonda (otras tres editoriales presentando su proyecto) que, por un imprevisto, se fusionó con la siguiente: el libro de papel frente al libro digital. Viendo las opiniones de los editores durante todo el día, tenía pavor a esa mesa redonda, y fue una grata sorpresa poder asistir y participar en ella. Durante la ronda de preguntas a las editoriales se les formuló una pregunta sobre ediciones digitales, la conversación se alargó y se transformó en la siguiente mesa redonda, con cambios paulatinos de los ponentes.
Sin miedo a la edición digital y a los ebooks y con mucho sentido común, los editores de Ya lo dijo Casimiro Parker, Alpha Decay y Versátil primero y luego relevados por Tolstoievksi, Aristas Martínez y Renacimiento después explicaron por qué a ellos no les funciona el formato digital (YLDCP y Aristas Martínez apuestan fuertemente por el formato de los libros, algo que se pierde en digital, por ejemplo) se mantuvo una charla muy interesante sobre hábitos de consumo, datos sobre compras y el futuro de los libros, dialogando con más editores, un librero y el público.
Fue el final dulce para un encuentro que hasta entonces no había ido demasiado bien encaminado. Pensándolo, días después, creo que todo lo que no me gustó del evento fue responsabilidad de los ponentes. Incluso los retrasos en la programación (el viernes alguna mesa redonda llegó a empezar con 40 minutos de retraso), ya que había editores que no llegaban a la hora que los habían citado. A la organización podría criticar colocar en mesas redondas de edición en español a editoriales que solo publican traducciones o en mesas sobre cuento a editoriales que no creen en ellos, pero tampoco sé hasta qué punto las editoriales pueden hacer autocrítica y aceptar que en ese tema no tienen nada que aportar y declinar la invitación.
Queda un año para la siguiente edición de ENDEI. Mientras, tengo por el camino unas pocas convenciones que son más cercanas a lo que me siento cómoda: el Celsius, donde además de grandes escritores como ponentes se forma muy buen ambiente entre los asistentes; y la Eurocon a la que se pega la Hispacon, donde volveremos a reunirnos y el ambiente del Celsius se multiplicará. Por lo menos asistiré a esas dos antes de que llegue el próximo abril. Ojalá salga alguna más.
PD: Sí culpo a la organización del cambio de localización del recital del viernes por la noche, al que queríamos asistir y nos perdimos por la falta de previsión e indicaciones concretas de dónde se realizaría.
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Sobre el tema de los relatos/cuentos/antologías. En Fantascy hay publicadas dos Terra Nova.
ResponderEliminarPor citar más antologías de género fantástico actuales: Trece Monos, de César Mallorquí (Fantascy), A mí no me engañas, de Kelly Link (Seix Barral), Valdemar casi todo lo que publica son antologías o recopilatorios de cuentos (incluído lo último de Emilio Bueso), Supersonic tiene 4 números ya y está repletito de relatos, los dos últimos libros de Murakami son de gen. fant. y son de relatos, Dark Water, de Koji Suzuki en Satori, Proyecto Marte de Salart es un fix-up...
Pero vamos, por ejemplos no será. Aunque estoy de acuerdo en que el lector español casual no suele comprar relatos, se va a por el tocho gordo de Zafón, Falcones o cualquier otro que destaca en el estante. No hay fórmula para esto. Pero siempre se ha editado relato y cuento.
Dos? Pensé que era solo una. Voy a corregirlo ;)
EliminarEjemplos tenemos muchos, muchísimos.
Gracias por comentar :)
Murakamu tiene tres antologias de relatos, la que acaba de aparecet "El elefante desaparece" es anterior.
EliminarHola :) Ya te iba lleyendo vía Twitter esos días y alucinaba, la desconexión con la realidad que sufren algunos editores, el poco respeto al género fantástico o de ciencia ficción o las cosas de dinosaurio prehistórico que comentabas. Reconozco que no soy un lector apasionado de relatos, pero creo que tienes razón en una cosa, es por que no habia encontrado los adecuados. Como bien sabes me enamore de los de Tim Pratt, tengo pendiente leer los traducidos por Marchetto y todo el mundo habla maravillas de las antologías de Mariano Villareal. Luego como pone Alex aquí arriba, cada vez hay más ejemplos, yo mientras, voy sacando la lista y espero que esto vaya a más. Un abrazo^^
ResponderEliminarMeh. PERO MEH, MEH. Yo creo que hay una cierta creencia de que son las editoriales las que marcan lo que se lee. Y como tú bien dices, ahora YA NO. Para bien y para mal hay fenómenos que han sido obras autopublicadas, y el público tiene otras maneras de satisfacer su demanda.
ResponderEliminarEn cuanto al desprecio a la literatura de género, mira, es que no puedo con él. Me encanta la ciencia-ficción, me parece un género de una riqueza y una profundidad tremendas (no en todas sus obras, evidentemente) y lo desprecian de una manera... Y bueno, la fantasía me han llegado a decir que es literatura para gente que no ha querido crecer. TOMA-YA. En fin. Te debió hervir la sangre... jajaja
¡Besos!
Es increíble que con la edad de oro que vive la literatura española en scifi, cuentos o fantasía, no tengan cabida en charlas así salvo para salir desprestigiadas. Ya lo has dicho tú, editores dinosaurio, en fin, tiempo al tiempo, los dinosaurios siempre se extinguen ;)
ResponderEliminarUn saludo,
nos quedamos por aquí desde Imagigantes ^^
Nos leemos!
A mí lo que más gracia me hace es que la autoedición esté tan denostada siendo un recurso histórico de los grandes maestros de la literatura. A día de hoy todo el mundo se queja de la autoedición porque ahora es masiva y, evidentemente, la calidad media de todo el que publica sin filtro puede ser más baja... pero es que históricamente JOYCE (su Ulysses), Mark TWAIN, Walt WHITMAN, Marcel PROUST, Alejandro DUMAS... Todos ellos autoeditaron obras suyas. Rudyard KIPLING, el de "El libro de la selva"...
ResponderEliminar¿A que nadie se acuerda de todos los hijos del vecino que autoeditaron cosas mediocres hace 100, 200 años? Pues que sepan que los hubo, pero el tiempo y el criterio racional los dejaron en el olvido y eso mismo puede pasar ahora también sin tener que llevarse las manos al cielo: habrá libros autoeditados buenos y malos como siempre los ha habido y siempre los habrá.
Y ya está, no pasa nada. No hace falta una cruzada contra la autoedición.
¿Puedo enmarcar este comentario? ¿PUEDO?
EliminarXD
EliminarLa próxima vez, Isi LPP, lo que tenemos que hacer es decir este comentario en la mesa redonda de turno donde algún dinosaurio se ponga chulo. A ver cómo se traga su soberbia. Yo me ofrezco voluntario.
Venga, que yo ya me he ganado la fama, ampliemos hasta que nos echen a todos xDD
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