50.000 palabras después, NaNoWriMo winner!

Ha sido un mes corto, no lo voy a negar. En conjunto se me ha pasado rápido, así como me di cuenta tenía las 35.000 palabras iniciales y solamente se me ha hecho cuesta arriba la última semana. Más que la pereza o la famosa crisis de la segunda semana, me atacó el cansancio. El agotamiento físico de dedicarme a escribir por las noches, llevar las clases y muchas otras cosas a la vez. ¡Si este mes no he leído nada!

Pero vamos por partes:

La historia está terminada. Me ha dado para 50.000 palabras justitas (queda en concretamente 50.205), aunque en las revisiones se quedará en más. Puede llegar a las 60 o 70 mil. A partir de la última semana era capaz de alargar capítulos que se iban a quedar en 1500 palabras hasta casi las 3000. Tengo que reescribir los primeros capítulos para darles una longitud acorde con el resto de la novela. También tengo que añadir capítulos: me centré solamente en la acción, dejando la ambientación y la historia de los personajes y del mundo casi sin tocar. Además, hay personajes que se conocen y que se relacionan y parece que pasa de la noche a la mañana: hay relaciones que tengo que trabajar. Tengo la historia completa escrita y ahora tengo que rellenarle los huecos.

He estado escribiendo todos los días más de 2000 palabras diarias. Solamente uno de los días quedé bajo esta cifra: era una noche de tormenta con muchos rayos y apagué antes de tiempo el ordenador por miedo a que se fundiera. En los pueblos, cuando hay tormenta, estas cosas pasan.

Empecé el NaNo el día 6 de noviembre, en vez del 1. En realidad, hice el kick off con Isi (como conté aquí), pero hasta el 6 no volví a tocar la historia. Pasé dos semanas viendo cómo mi recuento de palabras se acercaba a la media que marca la web hasta que el día 14 conseguía superarla con apenas un colchón de 100 palabras. De ahí, las barras empezaron a subir y ya no volví a temer por no terminar a tiempo. Como decía en los Consejos para ganar el NaNo: es importante escribir más de 1667 palabras al día. El día que menos escribí fue el de la tormenta, con poco más de 1800 palabras. El día que más escribí llegué a las 3500, gracias a una maratón junto a Alex de Donde termina el infinito.

No he tenido grandes crisis. Todos los días tenía ganas de escribir, aunque estuviese cansada. Solamente noté un bajón al principio de esta última semana, cuando ya había escrito el punto álgido de la historia y me quedaban las despedidas. Pero más que una crisis era cansancio. Terminaba de escribir muerta de sueño, aunque remontaba después. Aún así, escribí todos los días y todos los días cumplí con el contador.

Me queda mucho que trabajar en este borrador. Tengo varios problemas importantes: hay incongruencias en la línea temporal, el narrador es un despropósito y los personajes son planos y tontos (por encima). Más que revisar, tengo que reescribir y rehacer. Pero es de lo que se trata el NaNo: ahora tengo un esqueleto sobre el que moldear la forma definitiva. Tengo anotaciones que voy haciendo sobre la marcha de las cosas que sé que hay que mejorar. Seguro que hay muchas más cosas que arreglar, pero las iré viendo sobre la marcha.

El ambiente de este año ha sido muy diferente que el del año pasado. Este año, sin contar con la maratón con Alex, me he sentido sola. Ha habido mucha gente nueva, pero también la había el año pasado. No ha sido por eso. El año pasado me sentí arropada por un montón de gente y un montón de movimiento y comunicación entre los participantes, que este año no ha existido. En pocas palabras, me he sentido incómoda escribiendo en los foros y en Facebook.

Este año parece que se ha jerarquizado un movimiento cuya belleza es la ausencia de líderes. Alguien ha venido, se adueñado de los foros y del grupo de Facebook, sin pedir opinión ni permiso, y ha arrasado, metiéndose en todas las conversaciones y temas. Ninguno de los dos sitios ha registrado el mismo movimiento que años pasados: los veteranos han estado callados, no ha habido bromas ni piques, los foros han sido un desierto. En los foros, el hilo que más respuestas ha tenido es el hilo de presentaciones, seguido del que las quedadas en Madrid.

Entiendo que el trabajo de un ML es difícil, pero hay una gran diferencia entre encargarse de organizar actividades presenciales en su ciudad y adueñarse de los foros nacionales como si fuesen su feudo y todo tuviera que decirlo y opinarlo.

Lo que más rabia me da, aunque más que darme rabia, en realidad va entre el asco y la pena, es que se ha estado utilizando el NaNo como una promoción más de una empresa privada. Se ha jerarquizado el NaNo por interesas privados. A esto le sumamos los advenedizos que se arriman al árbol que más sombra da para poder llamar la atención y ser el centro de todas las miradas, y nos explicamos el silencio de los veteranos, junto al mío y el de otras personas que el año pasado escribíamos tanto en los foros como en Scrivener y que le daba otra perspectiva al reto.

Estos nuevos o casi nuevos que han llegado y han jerarquizado el movimiento de noviembre, además, han tenido la cara de menospreciar a los veteranos. Cuando se anunció que Begoña Oro participaba (algo que me parece genial y perfecto, que participe quien quiera) se dijo que era la primera escritora profesional en hacerlo en España. Eso es mentira y es un desprecio a los escritores que ya llevaban años participando, pero que no han entrado de la mano del autoproclamado jefe: Virginia de la Puente lleva cuatro años participando, Josué Ramos lleva por lo menos dos NaNos y sus correspondientes Camps... además de los veteranos que llevan hasta 10 años participando, como Adhara o Atreides, que junta 7 (y que no anda con tonterías y llegó a hacer 100.000 palabras en 30 días). Y por encima han callado ante la nueva organización y no se han quejado.

Un verdadero wrimo no es el que se arrima al autoproclamado jefe. Un verdadero wrimo es el escribe 50.000 palabras en 30 días.

Sin más.

Le pique a quien le pique.

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