-¿Y qué me dices de lo de Sarah Connor?
-No puede ser verdad, me parece imposible.
-Sí, como mucho, habrá alguna disfrazada. Pero que aparezca ella, yo no me lo creo. Y mucho menos con el Chuache corriendo detrás.
Estaba abarrotado. Cientos de personas bajo el mismo techo, y a cada cual más extravagante. Las voces procedían del interior de una capucha marrón, de una máscara negra, y de una cara pintada en rojo y negro. Como algunos cientos de personas más, habían pensado que pasar el día en la feria anual de ciencia ficción no estaría nada mal. Los rumores sobre la aparición de Sarah Connor destacaban entre las todas las conversaciones que mantenía la gente ese día, y el tema había salido a la hora de comer. Habían empezado comparando el estampado en el pan que tenía una hamburguesa con la caracterización de uno de ellos como Darth Maul, y el tema fue desviándose solo.
Tras tres horas dentro del recinto, aún quedaban demasiadas cosas por ver y por hacer. Con la programación en la mano, había tres conferencias simultáneas: una sobre astronomía, otra sobre física, y apenas unos minutos después empezaría otra impartida por actores, sobre cómo se doblan las películas. Momentos más tarde encenderían la pantalla gigante para proyectar El planeta de los simios con un final alternativo.
La tarde podría ser frenética, aún después de la visita al puesto de recuerdos de Star Wars. Como buen Sith, Chewy llevaba su propia espada láser. Comparada con el resto de las expuestas en los estantes, la suya no era más que un juguete hecho por un niño pequeño. El responsable del puesto se había dado cuenta, y se había preocupado de que él también lo notase. Unos momentos después, los amigos de Chewy se alegraban de que las espadas láser no fuesen más que bombillas dentro de una funda de plástico, y ésa no fuese una feria medieval.
Más calmados los ánimos, se dieron una vuelta por la zona recreativa. Nadie se explicaba realmente cómo alguien había pensado que unas máquinas con juegos clásicos como el Tetris o el Street Fighter pegaban en una feria dedicada a la ciencia ficción, pero había acertado. Todas las máquinas no solo estaban ocupadas, sino que también tenían cola. Jugando en la Máquina de bailar, dos otakus solitarias, una Amane Misa y una Orihime Inoue reventaban los récords.
Después de comer, de camino a la conferencia de astronomía,
Bueno, y éste es el punto donde los protagonistas se encuentran con el cómic del japonés con los brazos en cruz. Como lo llamé en el resumen del argumento: “El cómic firmado por Isaac Méndez, el primer tomo de Las 9 Maravillas, estaba abandonado en aquella estantería”. Desde luego, éste no es un cómic real; no que yo sepa. No es un cómic legendario, ni una rareza, ni siquiera actual. Es un cómic que aparece y del que se habla en una serie que no sé si está traducida al español, pero que yo estoy viendo en inglés (mal) subtitulada al español. Me pareció un pequeño chiste sacarlo de la pantalla y meterlo en el “mundo real”.
Y ahora debería seguir con este lenguaje tan poco natural para una historia tan simple contando cómo Chewy y el otro Sith (los Sith son personajes de Star Wars, los que van vestidos con una especie de túnica de monje negra, con una capucha, y una espada láser) querían los dos el mismo cómic y para conseguirlo luchaban con él con sus espadas láser. Como tenía que ponerle un final a la historia, y no sabía cómo hacerlo, me pareció lo más lógico que el personal de seguridad los echase. Y ya puestos, que Chewy ganase.
Ala, me he cargado la historia. Pero, ¿por qué? Porque ya no es divertida. Yo no escribo ni para editores, ni para un gran público. Tengo un pequeño blog, y un pequeño grupo de amigos, e intercambiamos historias. Ni siquiera tenía pensado enseñarles esta, la Historia friki la empecé solo para divertirme yo, hacer algo solamente para mí. No por los resultados, sino por el proceso de creación. Después de todo, esto es un Taller de Literatura, no una muestra de habilidades. Nunca he sabido llevar bien las narraciones, las evoluciones en la historia, y creí que haciendo esto podría practicar. Pero la historia me ha superado. Le he dado tantas vueltas, la he empezado tantas veces, de tantas maneras diferentes… que ya no es divertida. Y si escribo esto ahora es por obligación. Para dejarla cerrada, que se acabe de una vez.
Pues me gusta tu final ;)
ResponderEliminarBesotes xDDD
El Gimp es el Photoshop de Linux, me niego a usar el Photoshop porque no lo entiendo (este lo entiendo, sé donde está cada cosa y para lo que sirve, lo malo es que se me da muy mal retocar fotos u.u)
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