Edward Page Mitchell fue editor del periódico The Sun en Nueva York a finales del siglo XIX. Era una concepción del periodismo muy diferente a la que tenemos ahora y era frecuente (como nos cuenta el prólogo) que se novelizasen las noticias para que fuesen más amenas para los lectores. Junto a las noticias novelizadas, Edward Mitchell publicó varias falsas. Desde nuestra perspectiva actual, son obviamente relatos de ciencia ficción, pero entonces Mitchell hizo lo que nunca se había hecho antes: escribir sobre cómo la ciencia podía lograr la invisibilidad, el movimiento perpetuo, un aparato que es capaz de estudiar el alma e incluso los viajes en el tiempo. Y en el siglo XIX, cuando la revolución científica y del conocimiento apenas estaba empezando, los límites de lo verosímil y lo real estaban más difusos que hoy en día.
Y todo esto décadas antes de que Wells publicase La máquina del tiempo y el canon de la ciencia ficción empezase a conformarse. Edward Page Mitchell ha pasado casi desapercibido hasta ahora, que la editorial Orciny Press, ha publicado su antología.
En El espectroscopio del alma se rescatan 10 relatos, publicados por primer vez entre 1874 y 1881. Cada uno de estos relatos explora una idea diferente, con una extensión y una profundidad diferente. Sin embargo, diría que casi todos tienen un hilo conductor en común: la primera ciencia ficción. Mitchell jugaba a explorar las posibilidades de la ciencia para conseguir cosas que entonces no se habían conseguido, como embotellar el sonido para poder reproducirlo a voluntad. Además de esa pequeña predicción, tenemos propuestas mucho más arriesgadas: la invisibilidad, la criogenización, un reloj que transporta al pasado o un cerebro mecánico que hace a un hombre perfecto.
Escritos con un tono sencillo y relativamente breves para poder hacerlos pasar por noticias reales, Mitchell casi no puede profundizar en todo esto que imagina. La mayor parte de su especulación se queda en la presentación de la idea sin explorarla, pero encontramos alguno que sí profundiza en ellas, como "El hombre más capaz del mundo" o "La hija del senador".
Pero a mí no me ha molestado. La resolución de un problema o el conocimiento científico que se escondía detrás de un asunto extraño, a pesar de no poder profundizar en ellos, me han parecido el final perfecto de los relatos. Mitchell siembra el germen de la idea, deja la posibilidad de su existencia a los lectores, y deja que ellos la desarrollen. Si de nuevo volvemos a tener en cuenta que estos relatos aparecían mezclados con noticias reales en un periódico, me parece un juego divertidísimo entre editor y lector: descubrir hasta dónde puede llegar la realidad (todos conocemos El mundo today, ¿no?).
Dejando la ciencia ficción de lado, me parece una fuente muy interesante sobre los puntos de vista y las costumbres de la época. La rivalidad entre Inglaterra y EEUU aparece en muchos de los relatos, e incluso le dedica uno entero a las relaciones diplomáticas entre EEUU y Mónaco (“Nuestra guerra con Mónaco”). La sociedad de hombres de ciencia, mujeres pasionales y padres sobreprotectores aparece también en varios relatos, así como vestimentas, honor, protocolo...
Si juntamos esto con la ciencia ficción, durante toda la lectura no pude dejar de pensar en el steampunk. Este libro es un diamante en bruto para todos los aficionados al género y todos aquellos que quieran escribirlo. Es una fuente primaria llena de sugerencias y de ideas, que creo que cualquier interesado en el steampunk va a disfrutar desde el primer al último relato.
Y juntando todo esto, me ha gustado. Me ha gustado mucho la mezcla de historias sencillas y breves, con la visión tan inocente y primitiva de la ciencia (el mundo hueco de "El interior de la Tierra"), el reflejo tan espontáneo de la sociedad del momento e historias como "Nuestra guerra con Mónaco" y sobre todo, la originalidad y la imaginación del autor.
Y juntando todo esto, me ha gustado. Me ha gustado mucho la mezcla de historias sencillas y breves, con la visión tan inocente y primitiva de la ciencia (el mundo hueco de "El interior de la Tierra"), el reflejo tan espontáneo de la sociedad del momento e historias como "Nuestra guerra con Mónaco" y sobre todo, la originalidad y la imaginación del autor.
¿Cómo se ha olvidado la historia de Mitchell? ¿Por qué, si es tan bueno y tan novedoso, no lo conocíamos hasta hace tan poco? El prólogo explica que Mitchell no tenía ambición literaria, que su primera antología se hizo de manera póstuma y tras un arduo trabajo de investigación. Mitchell, como tantos otros autores, no le dio importancia a lo que escribía y nunca publicó nada más allá de las páginas de su propio periódico. Y aunque podemos ver que influyó en autores que sí se llevaron el reconocimiento (como Wells), ellos nunca lo nombraron, que escribiría La máquina del tiempo 14 años después de la publicación de "El reloj que retrocedía".
El espectroscopio del alma está publicado por Orciny Press (ISBN 978-84-943181-1-5). Se puede conseguir en formato físico y en formato digital.
Muchas gracias a Orciny Press por enviarme una copia para la reseña.
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¡Qué curioso! No sabía yo que antes se novelizaban las noticias y que se mezclaran con algunas falsas.. Me ha recordado a la prensa rosa de ahora. jaja
ResponderEliminarPues me ha parecido interesante de qué van los relatos, de lo lejos que puede llegar la mente con solo la imaginación y me da pena que se le haya olvidado durante un tiempo y su mérito.
Muchas gracias por la reseña ^^
un besoooo
Llevo unos días viéndolo por la TL... Me lo he apuntado en Good Reads. Por pura deformación profesional me encanta el tema de colar ficción en las noticias, sobre todo en plena revolución científica. ¡Gracias por reseñarlo! :)
ResponderEliminarCurioso descubrimiento. Más curioso aún el dato de novelizar las noticias. En tu blog siempre se descubre algo nuevo.
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