Si pudiese ahora mismo hundiría las
manos en tu pelo otra vez. Volvería a sentir tus rizos, uno a uno,
mientras te acarician la cara. Dejaría que tu sonrisa me mirase
directamente a los ojos, que me besases en la punta de la nariz.
Sentiría de nuevo el movimiento de tu respiración debajo de las
sábanas, mientras me abrazas las piernas con tus piernas. Ver cómo
se te van cayendo los ojos hasta acabar dormido.
Y por la mañana, despertarte con un
beso en la mano, porque me la has estado agarrando durante toda la
noche. Ver cómo sonríes al ver que soy yo quien está contigo, cómo
me das el primer beso del día, uno especial. Escucharte reír
mientras corro fuera de cama para apagar el despertador.
Si pudiese, volvería a abrazarte
mientras te tambaleas por la habitación, medio dormido, buscando un
abrazo. Y ver cómo te cambia la cara al ponerte las gafas. Si
pudiera, volvería a acariciarme la cara con tu barba, como un gato
rascándose. Y que me volvieses a abrazar.
Luego, tú prepararías café mientras
yo buscaría las galletas. Entre suspiros y bostezos pasaría el
desayuno. Coordinaríamos nuestros horarios a pesar de saber a qué
hora volveríamos a estar en casa, mientras los rayos del sol se
colarían entre las cortinas de las ventanas, levantando reflejos en
mi vaso. El vecino le abriría la puerta a los gallos y el ambiente
se llenaría del cacareo de fondo.
Y mientras te quemas por primera vez
con tu taza, me agarrarías de la mano otra vez. Esa mano grande,
fuerte, suave, como todo tú. Mi mundo sería tu gran sonrisa, otra
vez.
Pero la mañana y parte de la tarde
pasarían sin ti. Sola, o con más gente, pero sin ti. Sola, en la
casa vacía, o con el gato callejero en el balcón buscando su
platito con leche. Sola, como estoy ahora. Como desde hace semanas.
Sola, en la casa vacía. El gato sigue viniendo, pero tú te has ido.
No has vuelto a casa. Te esperaba a las 7, como cada jueves, pero no
has aparecido por el pasillo, con tu sonrisa, tu mirada fija y sus
rizos saltando. La puerta no se abrió minutos después, y mi cama
vuelve a estar vacía.
No sabes todo lo que daría por volver
a hundir mi mano en tus rizos, en volver a acariciarme con tu barba,
y volver a robarte besos mientras duermes. Si me dejaras, si pudiera.
14/05/2012
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