En el Madrid nocturno, meses antes del inicio de la III Guerra Mundial, todavía no había nada que apuntase a un posible gran conflicto. La gente salía de marcha, como desde hacía muchos años. No había demasiada diferencia del Madrid nocturno de principios del siglo XXI: panes et circenses. Como circo tenían la música de siempre, vendida como nueva; y como pan un abanico de drogas un poco más amplio. Los nombres de los locales habían cambiado, pero casi era la misma gente tras las barras y ante ellas. Los mismos nombres que se registraban cada fin de semana en los partes de agredidos, los mismos cientos de kilos de basura que había que barrer los lunes de mañana.
Dos guardas de Lord Garrido se colaban entre la gente. ¿Cómo encontrar a quien buscaban? No habría problema, los humanos son animales de costumbres, aparecería tarde o temprano. Esta sería una de las últimas búsquedas en lugares concurridos. Cuando ellos dos volviesen a Madrid mucha de esa gente habría desaparecido. Miembros no productivos y sí conflictivos, no sabían que los fines de semana que podrían emborracharse estaban más que contados.
Entraron en La Máquina sin mirar siquiera a los porteros, y subieron las escaleras de la derecha en busca de una sala un poco menos ruidosa que la pista central. Encontraron las mesas vacías, y se sentaron en una no elegida al azar. No tendrían que estar allí sentados mucho tiempo.
Su “presa” no tardó en aparecer. Iba acompañada de unos amigos y de un vaso con un líquido verde fosforescente. Venían parloteando, y, pese a ser una hora bastante temprana, se podía que uno de los acompañantes caminaba inseguro y le costaba seguir una línea recta. Uno de los guardas suspiró; el trabajo no era difícil, pero sí bastante pesado y aburrido como para por encima tener que tratar con borrachos. Esperaba que ese acompañante se mantuviese al margen.
Sin mirar a los guardas a la cara les increpó a dejar libre la mesa para que se pudiesen sentar.
-A Lord Garrido no le gustaría que le hablases así –fue toda respuesta por parte de uno de los guardias.
-¿Qué? –contestó la presa, sorprendida por escuchar el nombre del líder.
-Nemorise, Lord Garrido solicita tu presencia en su hogar.
“Nunca cambiará” –pensó Nemorise-, “siempre tenía que ser tan ostentoso. Podría simplemente haber mandado una nota.”
-¿Qué quiere de mí?
-Nos ha mandado para llevarte junto a él, tiene una propuesta para ti.
-¿Cómo?
-Acompáñanos hasta la salida, por favor. Nuestro tren sale en dos horas. Luego podrá él mismo contarte los detalles –el guarda pronto se cansaría de contestar a preguntas que no se suponía que él tenía que responder.
“Por fin alguien mueve ficha” –sonrió para dentro Nemorise. Había estado esperando durante mucho tiempo.
Me encanta el principio, a ver cómo sigue la historia^^
ResponderEliminarBesotes!!!!!!!!1