24 de julio de 2017

A mí tampoco me gustaban las mesas de “mujeres y ciencia ficción”

Hace un par de semanas, casi como una premonición, en La nave invisible recuperamos un artículo de Susana Vallejo de hace casi 10 años. En ese artículo dice que no le gustan las mesas redondas que se hacen en cada convención de “Mujeres y ciencia ficción”, porque siempre se habla de lo mismo y para el mismo público.
El artículo se publicó por primera vez en 2008. Desde entonces, a unas dos convenciones por año, se han seguido celebrando esta clase de mesas. Llevo de convenciones desde la Hispacon de 2014 y doy fe de que ahí están, y salvo pequeños matices que aportan unas ponentes que están en una mesa y en otra no, el contenido siempre es el mismo. Si yo, que llevo tan pocos años asistiendo a festivales estoy cansada de estas mesas y solo asisto porque me gusta alguna de las escritoras que conozco o por el morbo de si algún miembro del público pregunta una tontería, no me quiero imaginar cómo están las mujeres que llevan décadas asistiendo a convenciones como público o peor, como ponentes.
Porque parece que en la literatura de género las mujeres solo pueden aportar este debate. Solo valen para reivindicar un lugar que en la práctica nunca se les acaba de ceder, porque realmente son las únicas mesas redondas que protagonizan.

Mesas redondas mujeres y ciencia ficción

Sin embargo, este Celsius de 2017 no ha tenido una mesa de mujeres y ciencia ficción. Miembros de la organización dijeron hace tiempo que, efectivamente, estaban hartas de estas mesas redondas, que siempre son iguales y no aportan nada. Antes de ver el programa intuía que este año no habría una en el cartel. Al terminar los cuatro días de Celsius nos hemos dado cuenta de que, al eliminarla, se ha eliminado cualquier protagonismo femenino del festival.
Si no fuese por la incorporación de última hora de Nieves Delgado a la mesa redonda sobre la novela corta y por el encuentro que organizamos desde La nave invisible, ninguna de las mesas redondas (que no fueron muchas) ni encuentros hubiera estado protagonizado por mujeres. Y eso que fueron muchas las escritoras que participaron en el festival, pero con presentaciones de libros y nada más.
Otras ediciones se habían planteado las mesas “Grandes damas de la ciencia ficción”, que llevaron a Pat Cadigan y a Nancy Kress un año y a Claire North y a Francesca Haig otro a hablar. Simplemente hablar. Con la distinción de “damas” frente a las otras mesas “neutras” pero completamente masculinas, pero ahí estuvieron. Porque las escritoras tienen mucho que decir más que recalcar que son mujeres. No asistí el año de Cadigan y Kress, pero sí vi cómo North y Haig hacían rebosar la carpa. Sin embargo, en 2017, con la cantidad de escritoras que estaban presentes en Avilés (Elia Barceló, Felicidad Martínez, Concha Perea, Cristina Macía, Begoña Oro, Ana Campoy, Iria G Parente, Selene M Pascual, Gabriella Campbell, Sofía Rhei, Malenka Ramos, Mayte Navales, parte del equipo y seleccionadas de Alucinadas III... y más, si pasamos por alto a las cabezas de cartel Lisa Tuttle, Ann Leckie y Rhianna Pratchett) con ninguna se hizo ninguna mesa redonda, ningún encuentro, ninguna actividad.

Como no ha habido una mesa en la que las mujeres hablen de su condición de mujeres, no ha habido ninguna mesa de mujeres. Quiero pensar que ha sido por una combinación de poco espacio en el cartel, pocas mesas redondas en general (que es una queja que se tiene todos los años: ¡más mesas y menos presentaciones!) y un despiste. No estamos acostumbrados a fijarnos en las escritoras y darles espacio para que nos presenten su obra, su experiencia o sus impresiones en diferentes temas. Aunque estén ahí delante de nosotros.

Ojalá se convirtiera en costumbre lo que hemos hecho en La Nave Invisible: reunir a un grupo de escritoras que tienen algo en común, solo por el placer de oírlas hablar, y preguntarles por su carrera y su obra. No por cómo es ser mujer. Sino cómo se pasa de la fantasía al terror, cómo crean suspense o qué les da miedo de sus libros.
Para nosotras ha sido muy fácil porque desde hace un año planteamos así todas las entrevistas. Las entrevistamos porque tienen una experiencia vital o literaria valiosa, porque queremos escucharlas. Pero sé que es difícil cambiar el chip. Es muy difícil hacer una lista de temas o preguntas autoprohibidas y empezar a buscar otros. Mis primeras entrevistas fueron muy difíciles; por suerte se está volviendo más sencillo y la selección de las preguntas cada vez es más rápida y eficiente.
Pero es muy satisfactorio. Y los resultados muchísimo más interesantes.

A mí tampoco me gustaban las mesas redondas de mujeres y ciencia ficción. Sin embargo, si son las únicas mesas redondas en las que puedo disfrutar de las escritoras, las prefiero. Si no forzamos un cambio, seguiremos siempre igual. Pero mientras lo forzamos y no conseguimos que nos salga solo, no podemos dar marcha atrás e impedirles que se pongan delante de un micro.

Lisa Tuttle, Elia Barceló y Gabriella Campbell han sido majísimas. Muchísimas gracias por acceder a nuestra petición y por soportar la incertidumbre hasta última hora. La próxima vez lo haremos mejor.

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