Todas las editoriales deberían publicar en formato digital
Eran los primeros años de los 2000. Ángeles
González Sinde, Ministra de Cultura, estaba obsesionada con proteger los
derechos de autor y parecía que el único propósito del Ministerio era
ese. La SGAE (Sociedad General de Autores y Editores, una entidad
privada) tuvo manga ancha, política, normativa y publicitaria, para
hacer todas las barbaridades que quisieran con la excusa de proteger los
derechos económicos de sus afiliados, como recaudar los derechos de
autor incluso de quienes no lo eran o gravar con un impuesto tooodo el
material informático susceptible de ser utilizado para guardar obras protegidas, sin tener que, obviamente, demostrar que se iba a usar para
eso. David Bustamante salía en televisión agrediendo a manteros que
ofrecían su disco. Había noticias en los periódicos casi todos los días
sobre procedimientos policiales y judiciales contra quienes descargaban
películas, aunque fuesen usuarios particulares. Parecía que la misma
existencia del arte se desmoronaba frente a la amenaza omnipresente de
las copias pirata. Se acababa la cultura. Nos íbamos a convertir en un
páramo. Ya nadie jamás escribiría un libro o compondría una canción.
En
aquellos años del canon digital (que sigue existiendo aunque nos
hayamos acostumbrado a él) los que consumíamos cultura* y no cobrábamos
de ella entendíamos que una copia pirata no equivale a una copia que no
se había vendido. Y la realidad es que a pesar de toda aquella alarma la piratería no afectó de manera
significativa a la industria cultural. Bustamante sigue viviendo por todo lo alto a pesar de llevar 20 años sin tener una carrera relevante, por muchos discos suyos que
hubieran circulado en el top manta entonces. Penguin siguió comprando
editoriales. Gestmusic siguió promocionando la música más cutre que
podían producir.
Pues han pasado 20 años y hay gente que sigue pensando que el pirateo les quita ventas.
*Para
la palabra cultura me parece una salvajada utilizar el verbo "consumir"
pero eso es lo que éramos para los creadores: clientes que tenían que
pagar.
El
miedo al pirateo es la excusa de las editoriales para
seguir publicando sus libros solo en formato físico (el tuit "¿cómo te lo has leído? ¿en físico o en pirata?"
de un editor a una lectora es tristemente célebre). Como si publicar
solo en papel hubiera impedido alguna vez que los libros circulasen
piratas.
Y me parece, en este 2025 en el que vivimos, una visión muy cerrada y un argumento muy débil.
Hace
muchos años que el formato electrónico está más que instaurado entre
los lectores. Entre pocos de nosotros, porque a pesar de la comodidad y
accesibilidad de los aparatos, los estudios dicen que apenas un 30% de
los que leemos lo hacemos en formato digital (Barómetro de hábitos de lectura del Ministerio de Cultura, 2024). Pero, para los que lo
usamos, es un formato que compramos, leemos y utilizamos de manera
habitual.
Un informe sobre piratería y contenidos ilegales sobre las costumbres de 2024 dice que:
"El
sector de los libros cuenta con un 38 % de consumidores piratas en
formato digital, un 1 % más que el año anterior. Aun así, en 2024 se ha
conocido un leve aumento en el consumo de libros de forma legal (16 %
frente al 14 %)."
Podemos
decir que del 30% de los lectores en formato digital, el 38% descarga
de manera ilegal. Y aunque esta cifra haya subido, también lo hace la de
libros digitales legales. No son números grandes.
Tras
este miedo infundado a los piratas, como siempre, quien sufre las
consecuencias son los lectores que no podemos depender de los formatos físicos.
Como
bien nos repiten en redes sociales, los lectores con discapacidades
visuales están accediendo a la lectura a través de los formatos
digitales, que les permiten usar lectores de pantalla o modificar el
tamaño de la letra para poder leerla. También leen a través de
audiolibros; la cuestión es que una persona que esté dentro del amplio
rango de la discapacidad visual no puede depender de libros en papel
para poder leer; y este rango va desde una persona con una ceguera total
a otra con presbicia a la que la letra pequeña le provoca dolores de
cabeza o cansancio. Negarse a publicar los libros en formato digital es
negarles el acceso a los libros, los usen como hobby o como apoyo para
su formación o profesión.
Hace
50 años no existía el formato digital y estas personas simplemente no
podían acceder a los textos o lo hacían con muchas complicaciones y a
muy pocos de ellos. Pero hoy en día tenemos la tecnología que permite hacer desaparecer esta barrera. Qué tontería no usarla.
Las
personas con discapacidades visuales no son las únicas a las que el
formato digital les vuelve los libros accesibles. Al contrario que los
libros en papel, los libros digitales pueden conseguirse desde cualquier
lugar que tenga una conexión a internet, haciendo que los lectores que
vivimos en zonas rurales dejemos de depender de librerías (cuando las
tenemos) y las distribuidoras con las que trabajan.
Pero
es que además, hoy existen las bibliotecas digitales y están
funcionando bien. La biblioteca de mi pueblo es pequeña y
tiene un presupuesto anual ridículo. Puedo hacerles desideratas, pero va
a ser igual de efectivo que salga una noche y le pida un deseo a la
luna llena. En cambio, con las bibliotecas digitales tengo acceso a un
catálogo general mucho más amplio, con muchos más títulos y autores, que
no depende de dónde me encuentre yo y con mejor presupuesto: las
desideratas que he hecho (van unas cuantas) me las han aceptado.
Vivo
en un pueblo pequeño al lado del Fin del Mundo, de manera literal. En el pueblo
de al lado hay una librería de tamaño pequeño, generalista, que trabaja sobre todo con bestsellers y libros de actualidad, pero que en géneros tan minoritarios como son
los que leo yo, se pierden. La biblioteca de mi pueblo es pequeña y no
tiene medios físicos, de fondo, ni económicos para que yo pueda acceder a
los libros que me interesan. Las bibliotecas digitales me han permitido
leer libros a los que no podría haber accedido de otra manera. Pero
estas bibliotecas solo pueden tener los que se editen en formato
digital; la única vez que me rechazaron una desiderata fue porque esa obra solo se había publicado en papel.
Todos los que nos movemos un poco dentro del mundo de la cultura sabemos lo
importantes que son las bibliotecas, por muchas razones diferentes pero
sobre todo por la accesibilidad económica. Simple y llanamente: yo no
tengo presupuesto para pagar el precio completo de todos los libros que
me leo a lo largo de un año. Las bibliotecas lo hacen posible.
Ha
cambiado mucho el panorama desde los 2000. Llegaron las plataformas de
streaming y la mayor parte de lo que se pirateaba fue accesible de
manera barata y fácil: Netflix, HBO, Disney y toda la recua se
encargaron de que no valiese la pena el esfuerzo de buscar sus series y
películas para descargarlas. Han aparecido las plataformas de música y
ya no tenemos que descargarla para poder llevarla encima. Han aparecido
las bibliotecas y los archivos digitales. Incluso hay empresas
que ofrecen suscripciones mensuales a cambio de poder acceder a un
catálogo bastísimo de libros y audiolibros. Hubo un momento en el que parecía que
no había alternativas legales y que todo lo digital iba a ser siempre ilegal, pero han surgido multitud de
opciones que demuestran que no.
Los
libros que se han querido piratear, se han pirateado siempre. Ya antes
de que aparecieran los primeros aparatos electrónicos y había que leer
en el ordenador en pdf se pirateaban libros físicos. El editor del tuit que mencionaba arriba ("¿lo leíste en físico o en pirata?") sigue sin publicar en formato digital y eso no ha evitado que se puedan descargar los libros; sí ha evitado que estén en bibliotecas de manera legal. El formato digital
acelera un poco el proceso, pero el resultado es el mismo: los piratas
van a piratear. Y los piratas descargan pero no leen; descargan pero jamás lo iban a comprar.
Negarse a publicar en formato digital no va a impedir que ese libro circule de manera ilegal.
El
informe sobre contenidos piratas que mencioné antes dice que en 2016
las cifras sobre descargas ilegales empezaron a bajar, pero que de
repente entre 2023 y 2024 han repuntado. Alrededor de 2016 es cuando
aparecen las plataformas de streaming y descargar películas gratis se
vuelve un poco más incómodo que pagar una suscripción y verlas de manera legal.
Pero en 2024 la proliferación de empresas, el baile de contenidos de
una a otra, las cuotas mensuales que no dejan de subir y la
incorporación de anuncios han hecho que haya usuarios que se den de baja
y vuelvan a pasar por la molestia de buscar las versiones descargables. Era una teoría que manejábamos a principios de los
2000, de cuando Sinde, que ahora se ha demostrado: si es fácil acceder a
los libros, series, películas, música, lo que sea, de manera legal,
aunque implique pagar, vamos a preferirlo a lo ilegal. Pero hay que
ofrecerlo.
Se
ha constatado también que la enorme mayoría de los usuarios no son
totalmente piratas o totalmente legales: se mueven entre los dos mundos,
dependiendo de qué le sea más conveniente en cada momento. Así se
explican las cifras de hábitos de consumo: desde 2020 hay más lectores
que nunca (un 62% de la población lee de manera habitual, llegando a ser un 74%
en la franja de edad de adolescentes y jóvenes adultos) y se leen cada
vez más libros digitales de manera legal, a la vez que suben las cifras
de libros pirateados. No hay blanco o negro: hay facilidad y comodidad
en el acceso.
Las
editoriales independientes no están cerrando por la piratería, al menos
no la de los lectores: el precio del papel, la falta de seriedad de las
imprentas, el juego sucio de las editoriales grandes y las condiciones
imposibles de las distribuidoras es lo que está hundiendo a las
editoriales pequeñas. En el género fantástico han abierto y cerrado
varias editoriales en los últimos años: ninguna ha mencionado las
descargas de sus libros como causa de su inviabilidad. Hablando con las
editoras y editores, de manera extraoficial, todos cuentan historias de
terror con los puntos anteriores.
Todas las fotografías son del libro An Account of the Norwegian Antarctic Expedition in the "Fram," 1910-1912, de Hjalmar Johansen. No conseguí imágenes de piratas reales. Estos hombres, los primeros en llegar al Polo Sur, son lo más parecido que encontré.
Barómetro de hábitos de lectura de 2024: https://www.cultura.gob.es/actualidad/2024/01/240131-barometro-habitos-lectura.html
Conclusiones del informe sobre piratería digital en España en 2024: https://efe.com/cultura/2025-09-18/aumenta-pirateria-digital-espana-cifra-record-defraudado/





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