Que impriman más libros
Durante febrero me embarqué en una lectura conjunta de Cumbres Borrascosas.
Iba a seguir el club de lectura de un influencer literario irlandés pero me
desligué pronto y encontré un pequeño grupo de personas que se animaron a
leerlo conmigo en castellano.
No
voy a hacer una reseña del libro porque supongo que todo lo que había
que decir sobre los Heathcliff y los Linton y todas las miserias que se
hacen pasar está ya dicho. Yo quería comentar otra cosa.
Cuando
decidí leer el libro, no sabía ni por dónde empezar. Como es un
clásico, supuse que había varias traducciones diferentes y me puse a
buscarlas, junto a opiniones, para decidir con cuál quedarme. En las
bibliotecas digitales encontré la traducción Carmen Martín Gaite (Alba
Editorial) y la de Juan González-Blanco de Luaces (Austral). Buscando
ediciones en físico encontré que Valdemar había sacado la suya propia,
traducida por Rafael Santervás. En plataformas de venta de segunda mano
se pueden encontrar cientos de ejemplares de la novela a la venta por
unos pocos euros, pero son ediciones cutres de tapa blanda y papel
amarillento. Un libro clásico como este podía merecer que lo comprase en
una edición cuidada, y de hecho, la de Valdemar es lo que buscaba:
encuadernada en tapa dura y con un cuadro de Caspar Friedrich en la
cubierta. De la misma colección tengo un volumen de relatos de Mary
Shelley, y juntos en la estantería iban a estar preciosos.
Cuando me puse a buscar ejemplares de esa edición, descubrí que por menos de 100€ no los iba a conseguir.
Cambio de historia.
Últimamente
estoy leyendo muchos relatos de terror de escritoras del siglo XIX.
Volví a conectar con su literatura a raíz de una charla que di este
noviembre, y voy buscando todas las recopilaciones de relatos que puedo.
Encontré la colección de antologías editadas por Seon Manley y Gogo
Lewis durante los años 70: Ladies of fantasy, Ghostly gentlewomen, Ladies of the gothics,
etc., unas antologías con una edición muy interesante, que combinan una
gran elección de relatos con las ilustraciones y cubiertas de Edward
Gorey. Hasta donde sé, nunca se han editado en castellano; quizás algún
relato suelto, pero no como esta colección ilustrada. Además de la
calidad y la variedad de los textos que hay dentro de ellas, con un
montón de nombres de autoras que no conozco y que me encantaría leer, la
edición en tapa dura e ilustrada las convierte en objetos muy
atractivos.
Fui
a las plataformas de venta de segunda mano. Yo no era la única que
pensaba que eran especiales: los encontré de 200€ para arriba, cada
ejemplar.
Cambio de historia.
Durante 2024 intenté leer La casa de hojas
de Mark Z. Danielewski. De todos los libros que dejé a medias durante
el año, fue el único que abandoné por razones físicas: tal mamotreto era
difícil de manejar, y andaba cargando con él de casa en casa para
arrancar minutos de lectura. Terminé dejándolo "para después", y ese
después llegará pronto.
La casa de hojas es un libro especial, en muchos sentidos. Pertenece a un tipo de
narrativa experimental, que no solo juega con los elementos internos de
la historia, si no también con el texto en sí: está impreso a varios
colores, hay páginas en blanco, hay páginas con varias columnas, en
otras partes no todo el texto es visible, hay parte del texto impreso en
espiral... Dani Pérez Castrillón sabe mil veces más que yo sobre literatura ergódica y además lo ha explicado muchísimo mejor de lo que
yo podría.
La casa de hojas
es un libro complicado. Pero quizás por eso levanta pasiones. En España
está publicado por una colaboración entre Alpha Decay y Pálido fuego y
no siempre les es posible tenerlo impreso y disponible. En una de sus
reimpresiones conseguí un ejemplar y lo conservo como el objeto de culto
que es.
También piensan que es un objeto de culto quienes lo tienen anunciado a la venta por entre 150 y 200€.
La especulación con los libros no es algo nuevo. Nos pasó con El cuento de la criada, cuyos ejemplares, antes de la serie y las reediciones de Salamandra no bajaba tampoco de las tres cifras. Luego pasó con Los desposeídos
de Ursula K Le Guin. La misma colección de relatos de Mary Shelley que
mencionaba más arriba también se puede encontrar por precios
desorbitados.
Obviamente, también pasa con cada
nuevo fenómeno editorial juvenil el día de lanzamiento, especialmente
si se publican ediciones especiales. A las pocas horas de ver las fotos
de las colas en librerías aparecen ejemplares especiales en los portales
de reventa, con el precio infladísimo.
No
me extraña, en realidad, que se especule con libros. En este estado tan
tardío del capitalismo, después de vender primero nuestra fuerza de
trabajo y luego los hobbies, se ha normalizado especular con todo. Si
hay grupos de gente comprando retratos feos de monos, si hay gente
arriesgando miles de euros en criptomonedas volátiles, hay gente desarrollando algoritmos que predigan en qué cajas de sobres de Pokemon están las cartas valiosas, cómo no va a
haber gente intentando sacar provecho de un libro en una edición
especial. Todo es susceptible de ser convertido en beneficio económico.
En
un mundo tan digitalizado, donde se puede encontrar de todo en las
bibliotecas piratas, donde leemos libros digitales con naturalidad, me
llama la atención la devoción que se sigue teniendo por el libro físico
como objeto. Los cuentos recogidos por Seon Manley y Gogo Lewis están
libres de derechos y se pueden leer (en versión original) libremente. También Cumbres borrascosas y los cuadros de Friedrich. El cuento de la criada circulaba pirata mucho antes de la reedición y no hizo bajar su precio. Lo que buscamos es el objeto físico. Las páginas.
No
tengo una moralina para el final de este texto. Los libros como objeto
físico siguen teniendo valor, y los lectores reconocen una edición de
calidad o especial. No me parece especialmente antiético vender
ediciones de calidad al precio que se esté dispuesto a pagar, aunque
multiplique por cinco o seis el que tendría en una librería. Yo no lo
haría porque estoy muy apegada a mis libros, pero tampoco pienso mal de
quien lo hace; aunque en redes sociales siempre haya voces quejándose de
los especuladores, la reventa de libros y sacarles beneficio económico.
No me parece ni bien ni mal; me parece una consecuencia del mundo en el
que estamos viviendo.
Bueno, sí tengo algo que decir al respecto:
Si alguna editorial me está leyendo, aunque siendo un blog en 2025, lo dudo, publicad en España Ladies of the gothics
y el resto de antologías de Gogo Lewis y Seon Manley (tienen hasta una
de relatos de gatos). Los relatos están libres de derechos, Edward Gorey
ya ha publicado otros libros en España y tenemos unos traductores
buenísimos que pueden hacer maravillas con los textos. Editoriales como
Impedimenta o La biblioteca de Carfax han acostumbrado a los lectores a
leer relatos de terror victorianos. Y los precios en ebay han demostrado
que interesan.
Si
no son esas ediciones en concreto, tenemos grandes ilustradores que
pueden ayudar a publicar esos textos en unas ediciones que serán la envidia del resto
de países.
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