22 de marzo de 2017

El cuento de la criada, de Margaret Atwood

En El cuento de la criada seguimos a Defred, una mujer, criada, encerrada en una institución junto a otras criadas bajo la supervisión de su Comandante, las Marthas que las guían y las Esposas de los Comandantes que las acompañan.
Defred, que ha perdido su nombre y le han puesto uno que suena a posesión, vive bajo un régimen de terror en el que cualquier descuido, cualquier gesto malinterpretado puede costarle la vida. En un mundo en el que la mayor parte de las mujeres y hombres (aunque ellos jamás lo reconocerán) son infértiles, a Defred se le permite vivir solamente por el valor de su útero y de su capacidad reproductiva. Defred sigue viva, sigue comiendo, durmiendo y teniendo un techo, porque puede darle un hijo a una pareja poderosa que no puede. Pero el tiempo se le acaba y, o se queda embarazada pronto, o intuye qué harán con ella.

Cuento de la criada reseña

Margaret Atwood firma una distopía que, pese a que en la literatura anglosajona se le considera un clásico, llevaba muchos años descatalogada en España. Antes de empezarla busqué ejemplares de segunda mano por si acaso, y online estaban entre los 200 y 400€. Dicen que Salamandra sacará una edición nueva a la venta durante abril de 2017, pero estamos avanzados en marzo y aún no he escuchado ningún dato oficial. Lo que sí sabemos es que Hulu va a empezar a emitir la serie basada en el libro en abril y gracias a ella han hecho la reedición.

El cuento de la criada es una distopía, y aunque cumple con los estrictos puntos que forman el género, tiene varias diferencias respecto al resto de distopías clásicas: la más evidente es el miedo de Defred y el sometimiento hacia sus superiores. En las distopías habitualmente encontramos un rebelde, el protagonista que no se resigna a vivir bajo un régimen totalitario y va rompiendo las reglas poco a poco a ver hasta dónde puede llegar. En cambio, Defred está tan aterrorizada que su única rebelión es solamente de pensamiento: las conversaciones que tiene con el resto de criadas no son abiertamente rebeldes y el personaje que de verdad rompe las normas y escapa del terror no es un personaje activo en la novela, es solo un recuerdo.
Defred solo se permite dudar de pensamiento. Solo se permite escapar imaginando. Incluso cuando tenga la posibilidad real de romper las reglas no lo hará voluntariamente y se excusará en las órdenes de superiores. Quien se atreve a poner en entredicho el sistema, desaparece.
Margaret Atwood crea en esta novela un mundo muy opresivo, frágil y opaco. Las compañeras de Defred vienen y van y nadie sabe por qué. La tensión que rodea a las criadas se vive en cada escena, la presión que recae sobre ellas condiciona absolutamente toda su vida. La escritora además, decide mostrarnos solo retazos del mundo que rodea a la institución de la protagonista: apenas podemos reconstruir la anterior vida de Defred en base a recuerdos incompletos, y podemos imaginarnos la situación política gracias a detalles, porque no será explícita en ningún momento.

Cuento de la criada reseña

Personalmente, no me ha gustado la novela. Se me ha hecho demasiado larga y repetitiva. Como Defred no puede rebelarse, tenemos que seguir sus rutinas a lo largo de varios meses e ir hilando sus pensamientos y sus recuerdos, mientras no ocurre nada en realidad y Defred de la vueltas siempre a las mismas ideas. El mundo que crea Atwood es apasionante, pero apenas nos deja penetrar en él: lo importante es la protagonista y el mundo es solo un complemento. La novela tiene un arranque muy interesante y un final más dinámico que el centro de la novela, que es una meseta de repetición e inacción que se me hizo eterno. Le sigue un epílogo, del que leí cinco páginas antes de quedarme dormida (literalmente) y dar por finalizado el libro.
Entiendo los recursos que emplea Atwood para formar esta historia. Entiendo que es más efectivo mostrar el miedo y la impotencia de Defred impidiéndole actuar o cambiar de escenario que contarlo y permitirle entrar y salir de la institución o convertirse en Moira, pero no ha funcionado para mí. Entiendo que como novela corta, más que como novela larga, eliminando muchas de las escenas de paseo o nocturnas de Defred, es decir, eliminando muchas de esas repeticiones y rutinas, hubiese sido una historia con la que hubiese disfrutado mucho más, aunque quizás esa opresión quedase diluida.
Me han gustado, sin embargo, los temas que toca. Los escritores clásicos de distopías nunca se habían parado a reflejar en sus libros los derechos reproductivos y Atwood hizo una novela de ello. A pesar de que, como estamos viendo, cuando los gobiernos se vuelven hacia la derecha es uno de los primeros puntos sobre los que legislan. Si se dice que las distopías se crearon para advertir sobre lo malo posible, me gusta que Atwood haya puesto el tema en la mesa y haya mostrado de manera tan íntima el problema de dejar de ser una persona y convertirse en el recipiente de un útero válido. Aunque sea en una novela depresiva y agobiante.

El cuento de la criada está actualmente descatalogado. Puede encontrarse en bibliotecas en diferentes ediciones.

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3 de marzo de 2017

Los hombres me explican cosas, de Rebecca Solnit

Ser feminista parece fácil. "El feminismo busca la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres". ¿Quién no quiere eso? La teoría es muy fácil, pero en la práctica nos hemos criado y vivimos en un mundo machista y eso entra en conflicto con la teoría. Hemos tenido y tenemos que deconstruirnos, analizarnos a fondo, para encontrar qué creencias y costumbres no-feministas tenemos. Sin embargo, es muy común encontrarse con hombres que se declaran feministas pero la deconstrucción ni se la han planteado. Este análisis es importante para todos, pero sobre todo en ellos, porque el machismo les ha hecho privilegiados y aunque compartimos espacio, vivimos en mundos muy diferentes, con normas muy diferentes.

El feminismo no es un bloque ideológico y hay muchos debates abiertos. Llevamos unas semanas en twitter pidiendo que se nos escuche. Porque los hombres siempre hablan más alto y con más seguridad y tienen la costumbre de interrumpir cuando una mujer está hablando, cuando no de ni esforzarse en entender o que quiere decir. Y aquí es donde encontramos muchas actitudes machistas de hombres que no se han deconstruido, porque llevan el feminismo por bandera pero cuando toca hacer autocrítica (y la autocrítica exige humildad y llevarte algún palo) se la saltan. Hombres que reproducen mantras machistas como “las feministas de antes”, “histéricas”, “así lo estás haciendo mal”...

“Está loca” es el eufemismo habitual para “estoy a disgusto”.
Rebecca Solnit

Lo único que estábamos pidiendo, y que ha avivado debates en twitter, es que los hombres nos escuchasen, que dejasen de tapar lo que teníamos que decir, que dejaran de invisibilizar lo que tenemos que decir. Porque cuando un hombre no deconstruido se declara feminista y empieza a hacer reivindicaciones por su cuenta, nos sale un Dani Rovira en tacones.

Los hombres me explican cosas reseña Solnit

En Los hombres me explican cosas, Rebecca Solnit habla justamente de esto: de cómo se silencia la voz de las mujeres (y de cómo se recupera). Empieza con la historia de un hombre que le habló de su propio libro, sin haberlo leído, como ejemplo perfecto de un hombre que no está escuchando a una mujer cuando ella le dice “lo sé, lo he escrito yo”; porque una de las características de nuestra cultura es dar por supuesto que las mujeres no saben y hay que enseñarles.
Los hombres me explican cosas no está formado por un único ensayo, si no que es un compendio de diferentes piezas que Solnit escribió a lo largo de varios años, todos bajo la premisa de la invisibilización del discurso femenino. El libro no es homogéneo porque van variando los estilos y los temas: tanto nos habla de cómo una camarera de piso terminó con la carrera de Strauss-Khan como explora cómo explora Virginia Woolf sentirse invisible.
Al no ser homogéneo y tener tantos registros y enfoques diferentes, el libro puede parecer irregular aunque su calidad ni interés disminuyen en ningún momento. A pesar de todo, tiene capítulos brillantes que destacan entre el resto: "Abuela Araña" es tremendo, y los tres capítulos finales son el broche perfecto para demostrar que, aunque las mujeres están silenciadas, han conseguido cosas increíbles en las últimas cuatro décadas y que, juntas, vale la pena seguir hablando.

Los hombres me explican cosas se expresa en apenas 150 páginas, pero todas y cada una de ellas son necesarias. Los hombres me explican cosas consigue hacer una panorámica general de nuestra cultura, de cómo se calla a las mujeres y las consecuencias que tiene para ellas: desde vivir escondidas, invisibles en los árboles genealógicos; hasta ser asesinadas por negarle el "derecho" a un hombre a poseerlas. Apenas explora los métodos con los que los hombres silencian el discurso femenino, pero da las pinceladas suficientes para poder reconocerlo cuando ocurre.
Los hombres me explican cosas es un viaje breve, pero intenso. Como todos los libros de Capitán Swing que he tenido en las manos hasta ahora.

Aquí está, esta es la carretera, y puede que tenga mil millas, pero la mujer que camina por ella no está en la primera milla. No sé cuánto tendrá que avanzar, pero sé que no va a retroceder, pese a todo lo que tenga en contra, y además, no camina sola.
Rebecca Solnit

Los hombres me explican cosas, de Rebecca Solnit, está editado por Capitán Swing y traducido por Paula Martín Ponz (ISBN: 978-84-945481-4-7).

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Suficiente blog por hoy. ¡A escribir!