“El cuento no vende y nadie lee cuento”, me sorprendió escuchar en abril de este año pasado a un editor en una mesa redonda que se llamaba “El esplendor del cuento”. La mesa redonda, por lo menos a la parte que asistí ya que, como no pude aguantar la ristra de tonterías que se estaban diciendo, por educación me fui, giró en torno a esa premisa: el cuento es un suicidio editorial, nadie lee cuento, las antologías no venden. Hay grandes relatistas, pero.
Desde pequeña me gustan los géneros cortos, y ya antes de entregarme a la fantasía y la ciencia ficción disfrutaba con los cuentos: Carlos Casares, Raymond Carver, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo... Una vez dentro del género me guío más por editoriales (Fata Libelli, Sportula o los antólogos Mariano Villarreal y Marcheto) que por autores concretos, aunque leer a Ken Liu, Susana Vallejo, Tim Pratt, Mary Robinette Rowal... siempre son aciertos seguros. Llevo desde pequeña comprando, leyendo y difundiendo antologías. No quería llevarle la contraria desde un primer momento a un editor, que se supone que sabe más que yo, pero me parecía muy raro lo que estaba diciendo. Lo achaqué a que es un editor realista de los que desprecian el género y no conoce los mundos maravillosos que esconde.
Porque en el género sí creo que el cuento está vivo y es codiciado, a pesar de que en España menos que en otros países. Ken Liu se ha forjado su carrera a base de escribir cuentos magníficos; la novela ha venido cuando ya se había hecho un nombre muy grande. En los Hugo y en los Nebula las categorías de formas breves se miran con tanto ojo como las de novela. Las revistas, tanto de pago como gratuitas, incluyen cuentos en cada número, y al final de cada año se hacen grandes recopilaciones de lo mejor de cada una. Y no hablemos de los clásicos: Lovecraft, Poe... la parte de su obra más conocida son sus cuentos. Cuando empiezar a leer a Lovecraft no empiezas por La sombra sobre Innsmouth; empiezas por Los mitos de Cthulhu. Tenemos grandísimos relatistas, tenemos una gran cantidad de publicaciones cada mes y tenemos tradición de leer relatos. No podía creerme que publicar una antología de género, para una editorial, fuese sinónimo de perder dinero. Así que escuché a otra gente.
En el Niebla tuve la suerte de que hicieron otra mesa redonda sobre el cuento. Pero en este caso, participaba gente que conocía y en la que confiaba. Casi como poniéndomelo en bandeja, la titularon: “El triunfo de las antologías o 'es que los relatos no venden'”. Participaron Ricard Ruiz (antólogo y a quien siempre es una gozada escuchar), Felicidad Martínez (escritora que acaba de publicar una antología propia, además de ser cercana a la editorial Sportula), Mariano Villarreal (antológo) y Leticia Lara (blogger, podcaster y en general, experta en el género en los mundos anglosajones).
Ya desde el principio Ricard Ruiz me llevó la contraria: es cierto que el cuento no vende. Como norma general, las antologías venden menos que una novela. Sin embargo, siguió explicándose: el cuento no vende, pero es necesario.
El cuento crea lectores. Es breve, es intenso, es emocionante y no te hace perder el tiempo. En unas pocas páginas sabes si valió la pena o no: la inversión de esfuerzo es mínima a cambio de una gran recompensa. Hay escritores de género breve magníficos que son capaces de enganchar a las páginas a quien no es capaz de hacerlo con una novela. De nuevo, es una cuestión de tiempo y esfuerzo. A la novela hay que darle margen para que te meta dentro, especialmente alguien que no lee. Sin embargo, el deber del cuento es sumergirte en el conflicto en unas pocas líneas, porque no tiene tiempo para extenderse. Los relatos pueden ser una vía de entrada muy cómoda y gratificante para nuevos lectores.
El cuento explora géneros. Como lectores ya experimentados, si queremos conocer un género nuevo, es mucho más sencillo y efectivo agarrar una antología temática. Si no es para ti, puedes abandonarlo sin haber invertido tiempo, y en muchas ocasiones, dinero. Si te gusta, es una lanzadera perfecta hacia los autores que lo cultivan, hacia los temas que trata y los personajes que maneja. Además, el cuento puede permitirse explorar temas muy concretos y de actualidad que le costaría tratar a una novela; es el género perfecto para salirnos de nuestra comodidad y arriesgarnos con algo nuevo.
Ricard abrió un poco de esperanza para los cuentos en un futuro próximo: tal y como está diseñada nuestra sociedad y hacia donde nos encaminamos, el cuento es el género que mejor se adapta a nuestras prisas y nuestra falta de tiempo. El cuento tiene la extensión perfecta para leer en el metro camino al trabajo, en un hueco entre clases o en alguno de esos pequeños espacios de tiempo perdido que tenemos día a día. Leer una novela a fragmentos de 15 minutos se puede hacer interminable, pero encontraremos cuentos que nos llenen esos huecos. El cuento es el género del futuro, y ya hay máquinas expendedoras de cuentos en algunos metros.
El cuento es necesario, pero el cuento no vende. Menos lo que firme Mariano Villareal, porque A la deriva en el mar de las lluvias fue el título más vendido de Sportula en 2016 y Castillos en el Aire el 3º. Pronto termina un crowdfunding que puso en marcha para editar una nueva antología Dark Fantasies, recaudando casi el 150% de la meta inicial.
Extra:
Para terminar la mesa redonda del Niebla, se propuso a cada ponente que recomendase un cuento. Estos son los nombrados:
"El zoo de papel", de Ken Liu (publicado en Terra Nova I; la antología homónima sale en mayo de 2017)
"El círculo de Jericó", de César Mallorquí (publicado en una antología homónima)
Dieciocho engranajes, antología de Nieves Delgado
"La epopeya de los amantes", de Miguel Santander (publicado en Terra Nova III)
Personalmente, no hace mucho hice una lista con Mis 10 relatos favoritos por si estos cuatro se hacen pocos. Porque el cuento me encanta y seguiré leyendo cuento, y atrayendo a más lectores a él.
El cuento es maravilloso. Y tiene futuro, porque está enganchando poco a poco a más lectores. El señor editor está convencido de que el cuento es un suicidio editorial, y se está perdiendo un género incomparable.
Imagen cogida del Facebook del Festival Niebla.
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