18 de febrero de 2016

Carmilla, de Joseph Sheridan LeFanu

Carmilla Joseph Sheridan LeFanu reseña

Laura es una niña que vive sola y aislada, con su padre, en una gran casa en mitad de los bosques alemanes. Por eso, el anuncio de la visita de cualquier niña de su edad es una gran noticia que espera con ansia. Cuando se cancela la visita de otra niña tras morir de una extraña enfermedad, apenas tiene tiempo para apenarse: de manera repentina, tendrá que atender a Carmilla, otra niña que aparece delante de su casa.
Todos parecen encantados con la presencia de Carmilla en la casa, hasta que empiezan a notar comportamientos extraños en ella.

Carmilla es el primer libro que comenté con Los cuatro navegantes, y aunque se eligió antes de que llegase a ellos, estuve encantada de leerlo: Carmilla es la primera novela en la que sale un vampiro. Es un libro breve y sencillo, cuyo único mérito para la posterioridad, no dudo en decirlo, es la presencia de la vampira. Pero aún así, es un libro libro tan interesante y valioso que me ha encantado dedicarle un rato.

En Carmilla, Joseph Sheridan LeFanu recoge las leyendas e historias sobre vampiros, que nunca se habían llevado a la literatura escrita y les da forma, aunque un poco apresurada, en la relación que mantienen Laura y Carmilla. La mayor parte de las características con las que él forma al personaje de Carmilla seguirán reproduciéndose en las historias de vampiros hasta hoy.
Aunque el narrador es Laura, en una larga carta que escribe después de haber ocurrido toda la historia, el relato se centra realmente en Carmilla. Se nos presenta a Laura y su vida aislada en el bosque, sus aspiraciones y deseos de tener compañía de su edad; pero cuando llega Carmila todos los ojos se vuelven a ella.
Para el lector moderno, desde el principio es obvio que Carmilla es una vampira. Es una joven hermosa, delicada de salud y pálida. Es encantadora e inmediatamente todos los personajes de la casa sienten simpatía por ella. Además, el personaje más cercano a ella, Laura, al poco tiempo de acogerla en su casa empieza a sufrir una extraña enfermedad. Carmilla vive durante el día y se puede exponer a la luz del sol, pero en su habitación hay una actividad extraña por las noches. Para nosotros está muy claro, pero para al lector de entonces, que no estaba tan familiarizado con el vampiro, no le resultaría tan sencillo seguir las pistas que LeFanu va sembrando.

Algo que siempre se menciona cuando se habla de este libro, ciertamente curioso, y que no esperaba encontrar en un relato tan temprano sobre vampiros, es la sensualidad y sexualidad de este ser. Pensé que la atracción sexual de los vampiros se les había adjudicado tiempo después, pero Carmilla es un ser muy sexual, y se deja ver en su relación con Laura desde el primer momento que aparece la vampira.
Carmilla no tarda en presentarse como una vampira devoradora de mujeres jóvenes, ya que se nos cuenta que esa "extraña enfermedad" ataca a muchachas de varios pueblos alrededor: solo mujeres, solo jóvenes, solo bellas. Laura no tarda en sufrirla también, aunque se nos dan muchos más datos de su relación con Carmilla: los que hemos tenido la fortuna de leer literatura medieval y renacentista no nos dejamos engañar por esas dos niñas trenzándose el pelo ni esos paseos al río, pero además son explícitos los besos y caricias que intercambian. LeFanu, en 1872 se atreve a hablar de una relación lésbica sin pudor y sin censurarse: algo que no había imaginado que fuese a pasar.

A pesar de lo que nos ha contado la tradición posterior, este vampiro no está relacionado con la Iglesia, ni es la reencarnación del mal. Carmilla es mala, pero no es el Mal. Tampoco se invoca a la Iglesia, ni se pide a un exorcista, ni el agua bendita corroe su cuerpo. LeFanu crea un ambiente aislado de la religión y plantea una situación que es completamente ajena a ella. Con Carmilla pude ver que la inclusión de los temas religiosos no están ligados al vampiro desde su nacimiento, y aunque sí hay cierta superstición, esta es pagana. Quizás es que he sido demasiado fangirl de True Blood.

A pesar de que todo lo anterior me gustó bastante, el final me resultó un poco apresurado y anticlimático. El descubrimiento de un retrato de Carmilla que no provoca más que sorpresa (y no sospecha) en los personajes, la aparición del médico con toda su sabiduría, casi como un deux ex machina, y la rapidez con la que se cierra la historia deslucen un poco todas las páginas anteriores. LeFanu podría haberse tomado unas páginas más para presentarnos el final con más tranquilidad y no creo que nadie se lo hubiese reprochado.

Me ha gustado mucho acercarme a Carmilla. Es un libro, que, creo, vale más como curiosidad histórica que por su calidad literaria. Sin embargo, es muy breve y esta curiosidad no nos roba demasiado tiempo de otros libros más interesantes en otros aspectos. Me ha gustado sobre todo porque tenemos muy asumido que Drácula es el primer gran libro sobre vampiros, e incluso he escuchado que el trabajo de recogida de leyendas sobre vampiros lo hizo Bram Stoker. Al terminar de ver Carmilla se ve que esto no es del todo cierto, y aunque Stoker hizo un gran trabajo con Drácula, la influencia de Carmilla es innegable. Y por lo tanto, en una gran parte de las obras posteriores sobre vampiros.


Carmilla se publicó por primera vez en 1872 y se han hecho muchas reediciones desde entonces. Por ejemplo, Alianza en 2006, o Valdemar, que lo incluyó dentro de Vampiras: antología sobre mujeres vampiro. Al ser una obra sin derechos de autor se puede encontrar en Proyecto Gutenberg de manera gratuita y libre en su versión original.
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Suficiente blog por hoy. ¡A escribir!