24 de julio de 2015

Pequeño hermano, de Cory Doctorow

Marcus tiene 17 años y las cámaras instaladas en los pasillos del instituto saben cuándo entra, cuándo sale y con quién lo hace. O eso cree el director, porque engañarlas es muy fácil. En clase, todos trabajan con portátiles que otorgan toda su información a los profesores y administradores, pero Marcus tiene corriendo programas invisibles que en los equipos estarían capados. Los rastradores de móviles son capaces de guardar el recorrido de una persona a través de las líneas del servicio público. Las cámaras de los semáforos graban las rutinas diarias de los habitantes de San Francisco. Las cámaras y controles en San Francisco persiguen a todos sus habitantes.
Entonces, terroristas islámicos vuelan uno de los puentes de la ciudad. Dicen que es el mayor ataque de la historia, peor que el de las Torres Gemelas de Nueva York. Marcus y sus amigos estaban en el peor lugar en el peor momento, y son arrestados como sospechosos del ataque.
A partir de ese momento, la “seguridad” que vigilaba a todos los habitantes de San Francisco (y Estados Unidos) será sustituida por medidas mucho más invasivas, más controladoras, que pretenden atrapar a los terroristas. Marcus se niega a entregar su libertad y luchará contra el gobierno y contra el ejército, de la única manera que sabe hacerlo: hackeando y estropeando sus servicios.

Pequeño hermano

Durante Pequeño hermano seguiremos a Marcus y a un ejército invisible (la mayor parte del tiempo), muy parecido a Anonymus, en su lucha por recuperar la libertad. Cory Doctorow nos irá guiando en casa paso que hagan los personajes, enseñándonos cómo funcionan muchas de las herramientas que Marcus usa: encriptación de datos, análisis de sistemas de seguridad, e incluso alguna cosa más analógica como cómo encontrar cámaras de vigilancia ocultas, por muy pequeñas que sean.
La lucha entre el ejército de EEUU y el ejército de Marcus, los Xnetters pronto pasa a ser un debate social. ¿Entregar nuestra intimidad sirve para proteger nuestra seguridad? ¿Dónde están los límites del terrorismo? ¿Debemos entregar nuestra libertad, o es eso lo que buscan los terroristas?
A lo largo de todo el libro estas cuestiones se debaten repetidas veces, a medida que la lucha va haciéndose más peligrosa, más arriesgada, y la vigilancia más brutal.

Cory Doctorow es periodista, bloguero y hacktivista. Lo conocí hace unos meses por una entrevista sobre seguridad informática y libertad en internet, y supuse por dónde podía ir el mensaje de este libro, aunque no esperé encontrar una historia que me enganchase tanto y que me enseñase tanto. No me sorprendió encontrármelo en una lista de libros casi-censurados-prohibido-en-las-escuelas en EEUU, porque es mucho más subversivo y revolucionario de lo que esperaba.
Estuve pensando en si catalogar este libro como una distopía, y creo que sí que lo haré. Como se puede intuir desde el título, el homenaje o recuerdo a 1984 está presente desde el principio. Aunque hay una diferencia muy grande respecto a 1984: los ciudadanos en masa, no solamente un individuo, no se resignan a la vigilancia y a perder su intimidad. Aunque la novela está ambientada en un futuro cercano, la tecnología de la que disponen es casi la misma que la que tenemos hoy (y en 2008, cuando se escribió) y, por suerte, la Policía del Pensamiento está lejos de ser tecnológicamente posible. Aunque eso no impide que el ejército y el gobierno quieran acercarse a ella todo lo que puedan.

Pequeño hermano me ha encantado y se ha colado en mi lista de favoritos. Como me decía alguien que lo empezó a leer cuando lo terminé yo, el principio recuerda ligeramente a Ready Player One, por la inmersión informática y la manera que tiene de atrapar al lector. Sin embargo, luego vemos que tiene su propio camino, con muchos más momentos offline que la novela de Ernest Cline, y con escenas glosiosas completamente analógicas, como la explicación de cómo encontrar cámaras espías más pequeñas que la cabeza de un alfiler, o el principio de uno de los capítulos finales, toda una oda a los juegos de rol en vivo. Eso sin contar la apología de la resistencia, recordando a los yuppies, las sufragistas o el final del appartheit en EEUU, que no están tan lejanos en la historia.
Aunque al principio puede parecer un libro complejo, solo apto para los que ya tengan nociones de informática, creo que también se puede disfrutar por lo no iniciados. No abusa de vocabulario técnico, y Doctorow explica con muy buenas analogías los conceptos más difíciles de entender, empezando por cosas sencillas y aumentando la dificultad poco a poco. Y si el apartado informático se atasca, siempre se puede disfrutar plenamente del resto de la historia. Y tomar parte en el debate: ¿descalzarse para pasar el control impide que terroristas entren en los aviones? ¿sirve de algo que mi móvil sea capaz de rastrearme? ¿controlar a los ciudadanos mediante el miedo a los terroristas no es otra forma de terrorismo?

Little brother (leí la versión en inglés) se puede encontrar de manera gratuita y con licencia Creative Commons en la web del autor: atribución, no-comercial, compartir-igual. También la distribuye una editorial en español, pero en formato digital solo la ofrecen con DRM y después de alabar el libro, no la voy a recomendar.

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1 comentario:

  1. Le tenía muchas ganas a este libro en su momento y se me pasó. Quién sabe cuándo, pero me gustaría hincarle el diente :D ¡Gracias por la reseña!

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Suficiente blog por hoy. ¡A escribir!