Cuando esta Semana Santa pasada llevé a mi novio, de Castellón, de recorrido por algunos rincones de Galicia, nos preguntábamos por qué no hay más literatura fantástica hecha por autores gallegos. Tumbados a la poca sombra que los carballos sin hojas nos podían dar, veíamos a las lagartijas correr por encima de las piedras del castro de Borneiro (Cabana) y pensábamos que no teníamos que imaginar ningún escenario: lo teníamos delante. Dos días atrás habíamos estado en las Caldeiras do Castro (Muxía) y nos encontramos con un ambiente sacado de las mejores novelas de fantasía épica, hasta encontramos la perfecta cueva de un trasno. Pero desde antes ya me corroía la pregunta: ¿hay literatura fantástica en gallego? Siempre pensé que no, o por lo menos, con pocas excepciones.
La narrativa en gallego está casi oculta al público. Las novedades editoriales no se promocionan, el mundo editorial le da la espalda al mundo digital (Xerais, la editorial más grande que edita en gallego digitalizó parte de su catálogo a propósito para incluirlo en la biblioteca digital GaliciaLe, y solo tras las presiones de quien estaba montando la plataforma) y la actividad cultural relacionada con la literatura prácticamente se reduce a su presencia en las ciudades. Después de estudiar Filología en A Coruña, casi puedo afirmar que se reduce a Santiago de Compostela.
Si la narrativa general, mainstream, está tan apartada de la vida cultural y cotidiana, sabiendo que en el resto de lenguas la fantasía es minoritaria, ¿qué podemos esperar? Una pista ya nos la da Fernando Cimadevilla, autor de O mundo secreto de Basilius Hoffman, un fenómeno editorial que ya se ha convertido en best-seller, dentro de las cifras que se mueven en lengua gallega: “Até hai pouco os escritores tiñan que publicar noutras linguas, porque non había unha editora disposta a apostar pola fantasía, e sempre ía dirixida cara o público infantil”.
Foto de Marcos Rodríguez
Así que me puse a rastrear toda la literatura fantástica escrita originalmente en gallego. Aproveché lo poco que ya sabía para tirar del hilo hacia autores de los que no conocía su faceta fantástica, tanto clásicos como nuevos. Y he saciado mi curiosidad, además de llegar a algunas conclusiones:
La primera obra fantástica en gallego de la que tengo noticia es Do caso que lle aconteceu ó Dr Alveiros, de Vicente Risco, un relato corto de 1919 en el que se mezclan ocultismo, fantasmas y conjuros. Pocos años más tarde (1925) publica la novela O porco de pé (una ácida crítica social a través de la animalización de los personajes) y relatos cortos, entre los que destaca “O lobo da xente” (una mujer convertida en lobo por culpa de una maldición). Sin embargo, a partir de 1930 deja de lado su carrera literaria para centrarse en la vida política, que le tendrá ocupado más allá del franquismo, hasta su muerte en 1963.
Más o menos en esos años, Rafael Dieste publica en 1926 Dos arquivos do trasno, una antología de casi una veintena e cuentos que la crítica ha llamado fantásticos; aunque, personalmente, de género fantástico solamente rescataría dos: “O neno suicida” (una persona que acuerda con Dios nacer vieja e ir rejuveneciendo hasta que cuando tiene un cuerpo de 4 años decide suicidarse) y “11926” (un hombre es criogenizado y despierta 10.000 años en el futuro).
Pero cuando hablamos de fantasía en gallego, siempre sale el nombre de Álvaro Cunqueiro. Empezó escribiendo poesía, sobre todo sobre la construcción nacional y haciendo crítica social, pero a partir de la década de 1950 escribe narrativa. La primera obra de este género es Merlín e familia (1955), en la que un antiguo paje del mago Merlín que recuerda momentos vividos con el mago en su casa de una aldea de Galicia.
Merlín e familia no es su única obra fantástica. También escribió As crónicas do sochantre (1956; un sochantre viaja por Bretaña en un carruaje lleno de espíritus), Os outros feirantes (1979; recopilación de personas y personajes conocidos y creados por el autor, con sus anécdotas y superstición)... En sus obras destaca el uso del humor y el sarcasmo, y una fantasía sencilla, basada en mitos y leyendas e imitando las formas del cuento oral, que incluye fantasmas, meigas, hombres lobo, etc. También escribió en castellano, en los que estas características también están presentes. Sin embargo, aunque todo el mundo sabe que Cunqueiro escribió fantasía, la crítica académica ha preferido esconder el género de su obra, asimilándola con el “realismo mágico” (dado en el mismo tiempo pero a miles de quilómetros de distancia, parece que hasta ahora el único género literario no del todo realista aceptado por la crítica) a verla como lo que es: fantasía.
Podemos ver que entre las apariciones fantásticas de Risco y Dieste hasta la primera de Cunqueiro hay un hueco de 30 años, pero que podemos justificar por la situación política e histórica de España y Galicia: la formación del galeguismo, la guerra, y el franquismo, en el que la cultura gallega (como tantas) fueron reprimidas y perseguidas. Los proyectos editoriales en gallego se paralizaron por el exilio generalizado de escritores e intelectuales, o se destruyeron. Es un parón editorial que afectó a todos los géneros y todos los formatos, hasta que Editorial Galaxia se pone en funcionamiento en los años 50 y vuelve a publicarse en gallego.
Risco, adepto al bando franquista, dejó la narrativa fantástica para volver a la poesía y dedicarse al periodismo y al ensayo. Cunqueiro, en sus últimos años, tras la dictadura, volvió brevemente a la narrativa y abandonó la fantasía.
En plena explosión fantástica de Álvaro Cunqueiro, Xosé Luís Méndez Ferrín empieza también a publicar otras del género: Percival e outras historias (1958), una antología de relatos, sigue tratando el tema artúrico. En 1971 publica Retorno a Tagen Ata, una aproximación fantástica a las tensiones políticas de los años 60, con una ambientación propia de la fantasía épica. De Méndez Ferrín también tenemos Amor de Artur (1982), antología ambientada en Tagen Ata y Arnoia, Arnoia (1985), que se aleja de la materia de Bretaña y parece beber más de los mundos creados por Tolkien.
Su producción fantástica termina con con Bretaña, Esmeraldina (1988), para revisar su uso del mito artúrico y celta tras lo que las nuevas investigaciones habían descubierto durante la década: el pasado celta y místico de Galicia no fue tan relevante como Pondal y Murguía les habían hecho creer.
Además, Carlos Casares publica en 1979, intercalado con la obra de Méndez Ferrín, Os escuros soños de Clío, una antología de relatos que vuelven a jugar con lo fantástico. Carlos Casares fue un gran narrador, que escribió algunos de los cuentos que más me gustan de todos los géneros y de todas las lenguas que he leído, pero Os escuros soños de Clío son su única aportación a la fantasía.
Hasta ahora hemos visto que la fantasía en gallego no es demasiado abundante. Destacan unos pocos escritores escritores, con obras fantásticas que conviven con la poesía, el periodismo y el ensayo político. No hay ningún autor que se haya dedicado únicamente a la fantasía. La mayor parte de las obras fantásticas son relatos cortos, inspirados en los relatos orales; que siempre tuvieron mucha tradición e importancia, como explica Luís Alonso Girgado, al prólogo de Antoloxía do conto galego do século XX:
“A fundamental importancia da vida rural galega, co secular illamento de lugares e aldeas, ten propiciado o desenvolvemento do conto popular. Tabernas, obradoiros e lareiras foron escenarios de reunións nocturnas nas que logo de dar conta do sucedido no día, alguén con especial habilidade contaba historias baseadas nun feito real ou ben froito da inventiva persoal. (pág.16)”.
Sin embargo, estamos en una época en la que la fantasía y la ciencia ficción ya tenían tradición en otras lenguas. La Historia interminable de Michael Ende se publicó en 1971, en 1986 aparece el primer libro de la saga Geralt de Rivia de Andrzej Sapkowski, y el cine empezaba a producir películas que serían clásicos (ET se estrenó en 1982 y Los gremmlins en 1984, por poner un ejemplo).
Cuando leo los cuentos y novelas del siglo XX y veo las obras de sus autores como un conjunto, me parece que no ha habido consciencia de la fantasía como género: la escriben como inherente a las historias sobre Galicia. A veces incluso da la impresión de que la escriben como si hubiese un cupo que cubrir, como si para ser un verdadero autor gallego hubiese que tocar el tema de las leyendas y la tradición oral. Me baso sobre todo en que ningún autor se dedicó exclusivamente a la fantasía (cuando tenía fuentes y referentes suficientes para hacerlo) y que en algunos autores este género se extiende solamente en un par de miles de palabras.
Aún tenemos que esperar casi 20 años más para poder hablar de una producción fantástica consciente con el género. Durante los años 90 solamente he encontrado referencias a Ramón Caride, un autor que se ha dedicado desde entonces a la fantasía y la ciencia ficción (aunque escribe también sobre otros géneros). Destacan Soños eléctricos (1992), aunque personalmente la enmarcaría dentro de la ciencia ficción; y Perigo vexetal (1995), otra novela a medio camino entre la fantasía y la ciencia ficción, que tuvo gran difusión por haberse convertido en una lectura recurrente en los institutos y colegios.
Hasta que en el 2007 se funda Urco Editora, una editorial nacida para reivindicar la fantasía y el terror en gallego, no se encuentra prácticamente nada de estos géneros. Urco empezó traduciendo obras clásicas (Nas montañas da loucura, de HP Lovecraft; O corvo, de Edgar Allan Poe o O xogo de Ender, de Orson Scott Card fueron algunas de sus primeras traducciones). No era la primera vez que se traducían obras extranjeras (normalmente anglosajonas) a gallego, aunque siempre se hizo de manera descuidada. Xerais tradujo Farenheit 451 y la publicó en una colección juvenil, en la que también hay una traducción de El Hobbit que no he sido capaz de terminar; Salamandra, cuando tradujo los libros de Harry Potter, al cuarto de la saga lo tituló “Harry Potter e o cáliz de fogo*”.
Urco Editora pronto empezaron a publicar novelas propias, como O que Darwin non previu, de Alba Payo Froiz (aunque tampoco diría que es fantasía y se acerca más a la ciencia ficción). Su catálogo desde entonces ha crecido enormemente.
El resto de editoriales, consolidadas y en funcionamiento desde muchos años antes, le dan la espalda a la fantasía. Ni Xerais, ni Galaxia, ni Sotelo Blanco tienen colecciones específicas de fantasía. Solamente he encontrado algún ejemplo del género en la colección Fóra de Xogo de Xerais, una colección juvenil (para edades de entre 11 y 13 años). Entre la fantasía y el terror la colección incorpora a Cazaría salvaxe, de Agustín Agra (2008) y As meigas de Lupa, de María Solar (2012). También dentro de esta colección se encuentran las traducciones de Crónicas marcianas y Farenheit 451, de Ray Bradbury.
Urco Editora será la única editorial que durante unos años publique títulos en gallego. Hasta que en 2012 surge Contos Estraños, desde el ambiente cercano de Urco, y con la que comparte esfuerzos.
Contos Estraños (uno de sus fundadores es Fernando Cimadevilla) publica desde su fundación una revista, en la que reúne a diferentes tipos de creadores, que hasta ahora cuenta con seis números; y novelas. Dentro de su catálogo se encuentra As crónicas de Bran, de Xosé Duncan, una trilogía de la que se acaba de publicar su última parte y que ha sido bien recogido por la crítica y público. La historia se enmarca dentro de la tradición de la fantasía épica con inspiración celta, una épica de héroe de origen humilde, de magia y de lucha del Bien y el Mal.
As crónicas de Bran me recuerdan a Dragal, de Elena Gallego (trilogía publicada en la coleción Fóra de Xogo de Xerais a partir de 2010), una obra fantástica en la que el héroe tiene que ir en busca del último dragón gallego. Se ambienta en lugares reales de Galicia en los que inserta a los personajes y a las criaturas fantásticas, y crea una historia también clásica de la fantasía épica. Sin embargo, el público no la ha recibido tan bien como As crónicas de Bran.
Otro éxito editorial, publicado por Urco Editora es la saga de O mundo secreto de Basilius Hoffman (2013), de Fernando Cimadevilla, que de momento cuenta con tres libros pero que será una pentalogía. Además, se están traduciendo a español. Se promociona el libro como una novela de fantasía de aventuras, pero yo creo que mezcla steampunk con fantasía: junta elementos de la ciencia ficción retrofuturista con mundos féericos y sobrenaturales.
Sin embargo, como empuje publicitario han estado diciendo que As aventuras de Margaret White, de Manuel Moledo (Contos estraños, 2014) es la primera novela steampunk en gallego. Pero no puedo deciros de qué va el libro, si es innovador o es otro libro de aventuras con elementos steampunk porque no he podido encontrar la sinopsis online.
En los catálogos de Urco y de Contos Estraños podemos contar más de una veintena de títulos, de diferentes temáticas y tratamientos. Ya no solamente se tratan los cuentos con inspiración oral y tradicional, aunque en muchas de las novelas siguen estando presentes las localizaciones específicas de Galicia y las leyendas, algo que también podemos ver en los autores autopublicados (aunque los que he localizado publicaron en español y no en gallego). A pesar de eso, creo que podemos extraer únicamente dos corrientes predominantes:
-Fantasía inspirada en Galicia: la tierra, leyendas y mitos como fuente primaria de inspiración. Son historias ambientadas en lugares reales, tanto en el rural como en las ciudades. Muchas de ellas, sobre todo las previas al siglo XXI imitan la forma y fórmulas de los relatos de tradición oral. La crítica ha considerado fantasía además muchas obras que solamente tratan la superstición (como Escola de menciñeiros de Álvaro Cunqueiro).
-Fantasía de inspiración anglosajona: la influencia de HP Lovecraft es innegable en algunas de las obras, aunque diría que Tolkien (o los mundos y la mitología creada por sus seguidores) destaca más que la primera. La fantasía épica, el viaje del héroe, las profecías y razas mágicas están presentes en la mayor parte de las novelas.
A la conclusión que he llegado después de rastrear la novela fantástica en gallego es que estamos ante un género joven que apenas está empezando a publicarse. Hay pequeñas muestras durante el siglo XX, pero atendiendo a todos los períodos y sin obras representativas, creo que podemos decir que no han llegado a calar y no se han influenciado entre sí.
El género fantástico en gallego, con la percepción actual que tenemos de él, es un género olvidado al que hasta hace apenas media década nadie prestó atención. Los escritores se ampararon en que nadie les iba a publicar y solamente desde el nacimiento de Urco y Contos estraños están moviéndose y produciendo literatura.
Con estos dos proyectos editoriales empieza a darse valor a la fantasía, ya no solo las traducciones de los autores clásicos si no a las obras originales de autores gallegos. El público parece estar respondiendo, aunque la literatura en gallego sigue siendo minoritaria y las tiradas no llegan a los 400 ejemplares. Sin embargo, es un público que hace pocos años no tenía publicaciones a las que acceder, y es demasiado temprano para augurar por qué caminos seguirá la literatura fantástica en gallego, ni en cuanto a temas, ni en cuanto a recepción.
Desde que en el castro de Borneiro me propuse investigar sobre la literatura fantástica en gallego hasta ahora que he terminado esta pequeña investigación, mis impresiones no han cambiado demasiado. Tenemos una tradición oral y unos ambientes únicos, que deberían haber inspirado mucha más producción a lo largo de un siglo que una pequeña colección de cuentos cortos y dos sagas con temas ya manidos en la fantasía.
La crítica, pero como pasa en las otras lenguas, ha desatendido a la fantasía. Solamente acepta a Cunqueiro como creador fantástico, y aún así con reservas, como señala Xosé Manuel Enríquez, en la edición escolar de Galaxia de Merlín e familia (2001):
“A obra de Cunqueiro, na que se mesturaba a guinada culturalista coa fabulación fantasiosa, e a recreación do mito (artúrico, greco-latino ou arábigo) co humor melancólico, resultaba atípica e contracorrente nun tempo en que as liñas do pensamento e da creación se movían por outros camiños: existencialismo sartriano, neorrealismo (...) Isto motivou que a súa producción literaria fose incomprendida e mesmo desvirtualizada como unha creación “escapista” e narcotizante e que se desvinculaba conscientemente da realidade” (pág. XIX-XX).
E incluso, me atrevo a decir que tras aceptar los rasgos fantásticos de Cunqueiro se limitaron a señalarlos sin estudiarlos, entre otras razones porque Escola de Menciñeiros aparece en muchos lugares citado como una obra fantástica y dentro encontramos un compendio de anécdotas que rozan la superstición, pero desde luego, en las que no hay ningún elemento fantástico. Hay muchísimas antologías diferentes de cuentos y relatos, y sin embargo, solamente he encontrado una dedicada al cuento fantástico (y he sido incapaz de recuperar los datos).
Pero no solamente la crítica ha dejado de lado la fantasía para centrarse en los temas (sobre todo) políticos: las editoriales también han dado la espalda al género. En la literatura infantil se encuentran muchas más muestras que en la literatura adulta, que demuestra parte de la consideración que tienen por el género, y no se han creado colecciones de novelas originales ni de traducciones hasta que nace Urco Editora. Pero creo que el problema de las editoriales gallegas no tiene relación únicamente con los géneros que publican, si no con otros muy diferentes de los que no tengo espacio para hablar. Por ejemplo, la comodidad de crear best-sellers escolares y no intentar crear un público fuera de las aulas, que lea por placer y para el que crear un catálogo, me parece fundamental (dice Ramón Caride en una entrevista: “A literatura infanto-xuvenil é escolar, pero iso non é bo nin malo de seu”).
Volviendo al Castro de Borneiro, aun después de reunir todos estos datos y reflexionar sobre ellos, tengo la impresión de que no se ha aprovechado todo el potencial que la mitología e imaginería gallega puede ofrecer. Para quien le interese la visión rural y mística, las obras dejadas por los autores del siglo XX ofrecen buenos ejemplos y muy buenas obras, pero que, sin inspirarse entre sí y sin tener la conciencia de cultivar un género, se quedan en obras anecdóticas. Ya hay puestos en marcha proyectos por parte de editoriales y autores que pueden llegar a sacarle todo el partido posible, pero son proyectos demasiado jóvenes para hacer valoraciones o augurar qué será de la literatura gallega en un futuro.
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*Castellanismo: la traducción correcta sería “Harry Potter e o cáliz de lume”. La palabra “fogo” existe, pero únicamente para referirse a la combustión. Para que “o cáliz de fogo” fuese correcta, debería hacer referencia a una llama con forma de cáliz, no a un recipiente que guarda llamas.
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