29 de abril de 2015

Pandora despierta, de Pau Varela

Una nave alienígena llega sin previo aviso a Barcelona y destruye la ciudad y a sus habitantes. Los humanos no tuvieron tiempo de preparar una defensa: fueron arrasados. La ciudad se cae a pedazos, está destrozada, desolada. En este escenario post apocalíptico, Oscar, el protagonista, tendrá que sobrevivir escapando de los alienígenas, que siguen cazando los humanos que se encuentran. Hasta que conoce a Raj, otro chico que ha conseguido sobrevivir durante los meses siguientes a la destrucción, y ambos unen fuerzas.

Pandora despierta Pau Varela reseña opinión

Pandora despierta fue uno de estos libros que se consiguen en Lektu cuando entras y empiezas a descargar novelas porque todas parecen estupendas. Hacía tiempo que de vez en cuando la veía cruzar mi twitter, con buenas críticas siempre, y un día la encontré con pago social (ahora tiene pago tras la lectura).
No voy a negarlo: el tema alienígena no me entusiasmaba, aunque se veía compensado por el apocalipsis. Como no parecía muy extenso, empecé a leerlo durante un viaje, intercalado entre dos lecturas más largas, y estoy encantada de hacerlo hecho.

Pau Varela dibuja una ciudad abandonada, vacía y en proceso de muerte. Óscar no es el Elegido ni el único superviviente: ha conseguido ir superando el día a día por una mezcla de suerte y capacidad para esconderse. También es el caso de Raj, con quien se encuentra al poco de empezar la historia. En la ciudad hay más supervivientes: algunos solitarios, como ellos, y otros que van en grupo. Todos viven eternamente escondidos, escapando de los alienígenas que, aparentemente sin motivos, los persiguen y los cazan.
La panorámica de la ciudad aparece desde los primeros momentos de la novela, al igual que el terror que despiertan los alienígenas, irracionales e incomprensibles. Me ha gustado que los protagonistas no son grandes héroes ni personajes especiales: con sus errores, remordimientos y unos pocos secretos, simplemente intentan aguantar un día más. A veces se preguntan por qué lo hacen: no parece que vayan a tener otro final que la muerte dentro de los límites de la ciudad. Pero el instinto de supervivencia, y cuando llega Ona, la necesidad que siente Óscar por protegerla superan a esos pensamientos.

Una de las sensaciones que me dejó el libro nada más acabarlo es que tenía la medida justa: la voz del protagonista nos cuenta cómo es la Barcelona post apocalíptica, pero también cómo sucedió el apocalipsis, en modo de flashbacks. El pasado y los recuerdos de Óscar se van entrelazando con su viaje a través de las ruinas de la ciudad, pero sin contar nada superfluo, sin añadir escenas de relleno, sin caer en historias accesorias. Pau Varela da el espacio justo y necesario para contar la historia, que avanza a buen ritmo, sin dar tiempo a distraerse o aburrirse, o entrar en escenas rutinarias que tantas veces nos encontramos en historias de supervivencia.
Ahora que ha pasado un tiempo desde que terminé el libro, también me doy cuenta de que la medida de la obra quizás no es tan justa: el final pudo haberse alargado un poco más. No me gustan las novelas que tienen que describirlo y contarlo todo, pero dejar que el lector se pierda un poco más en la sociedad montada dentro del castillo, por ejemplo, me hubiese gustado. También que el autor explicase un poco más qué pasa en un mundo con solo media luna, o por qué los alienígenas la volaron. Pero son detalles únicamente, el total de la obra no creo que se vea afectado. Esta falta de detalle en algunas cosas no creo que afecte a la calidad del libro.

Pandora despierta Pau Varela reseña opinión

Sin embargo, y no es la primera vez que me pasa con una novela o relato: no conozco Barcelona. Autores: dejad de describir Barcelona como si todos nos conociéramos las calles, los barrios y los nombres de los lugares. La falta de detalle al describir algunas zonas, para los que no conocemos la ciudad, puede hacernos difícil entender algunas escenas. No todos conocemos Barcelona.
También le pondría alguna pega a Raj: el personaje entra fuerte, supuse que él sería el encargado de relajar la tensión dramática con algún momento cómico o más distendido en el futuro y parece que su fuerza se pierde unas páginas adelante, cuando llega Ona. Y me parece un personaje que podría dar más juego del que finalmente dio.
Pero cuando terminé el libro (apurando las últimas páginas antes de subir a un autobús) me quedé con una sensación de satisfacción. Satisfecha por haber conocido el mundo que crea Pau Varela. Un mundo al que se llega de manera tan sencilla, que cuenta una historia con un final sorprendente, una historia que transmite la rutina de esconderse para sobrevivir, los remordimientos de qué se hizo en el pasado, el miedo del presente y el horror al saber cuáles son los planes reales de los alienígenas. Cuando llegué a las últimas páginas no podía creer lo que estaba leyendo, no podía creer que fuese a terminar así.
Me ha parecido una novela chulísima, que recomendaré así como pueda. Tanto la novela como Pau Varela se van a mi lista de autores independientes que no tienen nada que envidiar a los autores publicados por editoriales.

Pandora despierta se puede conseguir en formato físico o en formato digital. En Lektu ahora mismo se puede conseguir con “paga si te gusta”. Vas a terminar pagándolo.

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24 de abril de 2015

De repente en lo profundo del bosque, de Amos Oz

Estamos en un pueblo aparentemente normal: excepto, que no hay animales. No hay ningún animal en el pueblo desde hace muchos años, literalmente, ninguno: ni perros, ni gatos, ni burros; pero tampoco moscas, hormigas o carcoma. Los animales desparecieron esa noche, sin que ningún adulto sepa o quiera decir por qué.
Cuando cae la noche, todos los habitantes del pueblo se refugian en sus casas, porque el diablo de la montaña, Nehi, baja, y podría hacerles daño. Cuando los niños les preguntan a sus padres por los animales o por el miedo a la oscuridad, no reciben ninguna respuesta o les castigan, aunque saben que los adultos esconden algo.
En esta novela corta, seguimos a Mati y Maya, dos niños del pueblo, que no se contentan con las nulas explicaciones que les dan sus padres, se atreven a desobedecer sus órdenes y cuestionar su verdad.

De repente en lo profundo del bosque, Amos Oz, reseña

Amos Oz nos sumerge en este pueblo y en la maldición que ha caído sobre él. Nos presenta a los adultos y a unos pocos niños. Nos presenta a la panadera, que sigue saliendo por las tardes con el pan sobrante y le echa migas a unos pájaros que hace décadas que no van al pueblo. Nos presenta al pescador, que sigue echando las redes a pesar de que sabe que ya no encontrará ningún pez. Y nos presenta a la profesora de la escuela, que sigue enseñándole a los niños cómo son los animales y los ruidos que hacen.
También nos presenta a varios niños de la escuela. Que, como sus padres, centran el blanco de sus burlas en todo aquel que se sale de la norma. ¿Por qué la panadera sigue echando migas? ¿Por qué el pescador sigue echando las redes? ¿En qué está soñando la profesora?

Y ahí radica el gran mensaje del libro. Además de hablarnos de la maldición que cae sobre el pueblo, que además de llevarse a los animales atemoriza a los adultos noche a noche con la presencia del diablo de la montaña, nos habla de la crueldad de las personas. De la crueldad de los niños, que se ríen de Nimi y de la crueldad de los adultos, que se ríen de los otros adultos. Y de la crueldad de los humanos con el mundo de su alrededor.
Pero lanza este mensaje a través de muchísimas imágenes muy poderosas y muy sugerentes. El pueblo es triste, gris, silencioso. En contraste con la montaña y los animales, que son verdes y color tierra, llena de sonidos, agua en movimiento y vida. El autor no desaprovecha ocasión para meternos dentro de las historias, de los pesares y de los recueros de los habitantes del pueblo, que miran con nostalgia el tiempo pasado, en el que los animales les acompañaban y llenaban de vida.
De repente en lo profundo del bosque es un libro delicado en el sentido que le daba cuando reseñé La música del silencio: es un libro detallista, que se detiene en las pequeñas cosas y no le importa volver sobre ellas siempre que haga falta. Así, encontramos recurrente el cariño de la modista con su marido enfermo, la relinchitis y la felicidad de Nimi sin importarle lo que piensen sus compañeros de clase, la nostalgia del pescador, que sigue tallando animales en madera. O los ocho o nueve árboles que ve Maya desde la ventana de su casa, o las miradas llenas de nostalgia de los padres cuando, por costumbre, les enseñan a sus hijos qué sonidos hacen los animales. Es un libro lleno de detalles y de pequeñas imágenes que, puestas unas al lado de las otras, forma el mosaico que es el pueblo.
El lenguaje narrativo del libro me ha hecho pensar en muchas ocasiones que realmente era un libro infantil, aunque he leído que es “poético”. De cualquier manera, me parece un libro apto para todas la edades, comprensible para los pequeños y con mensaje y entretenimiento para los mayores. Sí tiene cierto lenguaje poético, ritmo e imágenes recurrentes a lo largo de toda la novela, aunque sigo quedándome con la intención de llegar al público infantil (y eso no es necesariamente malo).

De repente en lo profundo del bosque se termina invitando a la reflexión. Nos muestra que no hay blancos y negros, si no muchos matices diferentes de gris; que los buenos pueden hacer sufrir y que los malos pueden sentir remordimientos. Que la crueldad, venga de parte del bando del que venga, no es de recibo, y que siempre podemos ser un poco más amables. Sobre todo, que deberíamos ponernos más a menudo en el lugar del otro.

De repente en lo profundo del bosque, de Amos Oz, en España está publicado por Siruela (ISBN: 978-84-7844-946-0)

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21 de abril de 2015

Literatura no occidental

El año va avanzando y los retos que me propuse en diciembre y en enero van por dónde me hubiese gustado. Como ya dije varias veces, yo no uso los retos como superación ni para presumir, si no para llevar la cuenta de qué leo y marcarme unos objetivos (asequibles) a batir.
De los retos que me propuse, uno de los que más me gusta es el #RetoLit2015. Es un reto sencillo, pero me gusta mucho porque es diverso. Me obliga a buscar libros muy diferentes y leer un poco de todo: clásicos, recién editados, de autores españoles... y de autores no anglosajones ni españoles.
Ya tengo una categoría completa: la que se refiere a los clásicos, con Mort, Un mundo feliz y Soy leyenda. Los libros de autores nacionales va camino de completarse pronto. Empecé alguna antología pero se me resisten, pero ¿qué pasa con la de autores no anglosajones?
A primera vista, no se me ocurría ningún libro de ese estilo que me apeteciese leer. Es más, no tenía ninguno en la cola de lectura. Es más: no conocía a ningún autor. Fui a buscar a Goodreads, y el año pasado solamente leí dos: Battle Royale, de Koushun Takami (japonés) y El abuelo que saltó por la ventana y se largó, de Jonass Jonasson (sueco residente en Suiza), aunque “leer” no es un verbo aceptable porque no llegué a leer ni un 30% de la novela antes de abandonarla. Sin remordimientos, además.
El año anterior creo que solo leí Persépolis, de Marjane Satrapi (iraní).
Entonces empecé a pensar, ¿qué literatura conocemos, más allá del mundo aglosajón y español? ¿Qué literatura nos llega? Conocemos un poquito de literatura sudamericana, algo de europea, pero más al este o al sur nos perdemos. Y si solo tenemos en cuenta la fantasía o ciencia ficción el número de novelas desciende aún más.

Ciencia ficción y fantasía africana y asiática
Nnedi Okorafor, escritora americana desciente de nigerianos, está en la lista

Así que me he propuesto leer más literatura fuera de las fronteras habituales. A veces me da la sensación de que los libros son predecibles: que la manera de contarlos es casi la misma, que se busca siempre el mismo efecto en el lector, e incluso que se bebe siempre de las mismas fuentes e influencias. Quiero buscar otras miradas, otras tradiciones, autores nuevos que no tengan la misma tradición literaria que yo. Quiero ver si encuentro nuevas historias, personajes y conflictos. Buscar literatura fresca, que me sorprenda en elementos de la novela que ya doy por supuestos.
La primera vez que tuve contacto con literaturas extranjeras era pequeña. Espasa tenía una colección de libros de cuentos recogidos de diferente tradiciones (Nuevos Mundos), y a mí me regalaron Cuentos de animales. Recuerdo que me había gustado tanto escapar de los cuentos de siempre que después me compré Cuentos de encantamientos. Los cuentos de los hermanos Grimm están bien, pero cambiar de culturas y tradiciones también. Y eso que en mi casa nunca faltaron todo tipo de cuentos.
Quiero volver a descubrir esas culturas desconocidas, esas maneras diferentes de contar. Quiero volver a sentir esa sorpresa, ese salto al vacío al no saber qué espera en las próximas páginas.

Ciencia ficción y fantasía africana y asiática
Liu Cixin, escritor chino, también está en la lista.

Voy a explorar la fantasía y la ciencia ficción asiática y africana. Tengo ya localizados algunos autores asiáticos, los africanos se están haciendo de rogar, y más sus traducciones.
¿Conocéis algún autor de estas nacionalidades? ¿Me dais alguna recomendación? Los que tengo en la cola para leer están en esta estantería de Goodreads, pero me parece una lista demasiado pobre y quiero hacerla crecer.

De momento, he empezado con un autor israelí. Su novela me gustó mucho, la próxima reseña será la suya.

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17 de abril de 2015

El final del duelo, de Alejandro Marcos Ortega

Las justas (duelos de magia) son un deporte muy popular. Saúl, el maestro de uno de los equipos que participan en ellas, consigue el aprendiz que le falta para poder pelear una nueva temporada. Este resulta ser Jero, el hijo de quien fue durante mucho tiempo un gran amigo y compañero de equipo, Isaías. Hace unos meses, tras un accidente en duelo en el que el aprendiz de Isaías murió, mataron a Isaías y al resto de su equipo.
Pero apenas ha habido investigación. La Federación cerró el caso muy rápido y no se sabe a ciencia cierta qué pasó. Mientras acompañamos a Saúl en su viaje hacia la sede de las próximas justas, hacemos un repaso a sus recuerdos de Isaías, a su preocupación por Jero y quizás a entender qué le pasó a su amigo.

El final del duelo, Alejandro Marcos Ortega, reseña

Lo primero que llama la atención del libro, y que, la verdad, me hizo dudar un momento, es la voz narradora. Toda la novela está escrita en segunda persona, toda la novela es una extensa carta que Saúl envía a Elisa, la madre de Jero y viuda de Isaías, sobre sus preocupaciones y experiencias durante el viaje que le lleva desde que recoge a su hijo hasta el final de las justas.
Pero así como desconfiaba al principio, en seguida me atrapó y me dejé llevar. La segunda persona es un gran acierto para contar esta historia, y la hace funcionar a la perfección. Le da un ambiente sincero, íntimo entre el narrador y el lector que creo que nunca había visto en el género fantástico. Con esta voz se permite llegar a confesiones que con otra voz no hubiesen sido posibles, y sin ellas la novela perdería fuerza.
La voz narrativa va sumergiendo al lector dentro del mundo intemporal (¿existe pantemporal?) en el que se desarrollan las justas, en sus largos caminos a través del bosque, las ventas y tabernas, pero también la gran cuidad hecha de hierro, Ferro. Nos mete de lleno en el mundo de las justas, en su jerarquía, su honor y sus aliados y enemigos.
Pero sobre todo, nos arrastra a la historia personal de Saúl. A su presente, a sus intentos de domar a Jero mientras esta no deja de escapársele de las manos, a sus recuerdos, a sus errores y sus remordimientos.

Me ha gustado mucho la construcción del mundo, pantemporal más que atemporal. Por un lado, tenemos escenarios típicos de la fantasía de ambiente medieval: caminos de días por bosques y tabernas para comer y dormir. Por otro lado, se hacen referencias a trenes y vías de tren, lo que nos saca de ese ambiente medieval y nos traslada unos siglos más adelante. Pero cuando llegamos a la ciudad de Ferro vemos que el duelo se retransmite fuera del estadio mediante pantallas, una tecnología muy lejana a los trenes y al medieval. Todos estos ambientes conviven en un mismo mundo sin entrar en conflicto, y así como el tono íntimo creo que no lo he visto en otras novelas de fantasía, desde luego, esta mezcla temporal, es la primera vez que me la encuentro.
También me ha gustado la construcción de las justas. Al leer la novela con la voz de Saúl no entra en detalles, pero da los necesarios para conocer cómo se desarrollan los duelos y cómo funcionan en general; tanto dentro como fuera del estadio. A pesar de que solo vemos la punta del iceberg, es un sistema complejo de jerarquías y responsabilidades, que me hubiese gustado conocer de manera un poco más profunda.
El uso de la magia es atípico también. Vemos que se puede practicar magia, pero no se habla de cómo o por qué funciona, porque la magia no es el centro de la historia. Lo importante, y en lo que se focaliza, es Saúl. La magia forma parte del ambiente, como los lanudos o los guardias de la Federación. Y me gusta que el autor lo haya hecho así: ya hay muchos libros de fantasía centrados únicamente en la magia, magia, magia, dejando de lado a los personajes o a sus pensamientos. Una historia como El final del duelo pide intimismo, y así lo consigue.
Sin embargo, no voy a dejar de comentar la fuerza de las escenas de los duelos. Me ha parecido impresionante la manera en la que se narra el desarrollo de las peleas, cómo se rompe con el estilo intimista y el mundo interior de Saúl y se pasa a una escena de acción en la que a veces le seguimos la pista a seis personajes a la vez, y, sin embargo, no nos perdemos a ninguno.

Si tuviera que ponerle alguna pega al libro, sería que el final me pareció un poco apresurado. He leído a gente decir que se lo veían venir, pero, sinceramente, caí en qué estaba pasando poco antes que Saúl y el resto de personajes. Y eché de menos un par de anticipaciones, un par de pistas, aunque fuese en las primeras páginas, para poder hilarlo todo tiempo antes que los personajes.

El final del duelo me parece toda una declaración de intenciones para Orciny Press. Esta novela abrió su catálogo junto a El espectroscopio del alma, y con solo estas dos obras ya nos podemos imaginar por dónde quieren ir: quieren ideas novedosas, quieren alejarse del mainstream, incluso en la fantasía o la ciencia ficción, pero sin dejar de lado la calidad y las buenas novelas.
Y además, me parece un fantástico debut para Alejandro Marcos Ortega.

El final del duelo está publicado por Orciny Press (ISBN 9788494318108) en formato físico y digital. Se puede conseguir tanto en la tienda de la editorial como en Lektu.
Muchas gracias a la editorial por cederme una copia para hacer la reseña.

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14 de abril de 2015

Hic sunt dracones, de Tim Pratt

Hic sunt dracones llegó a mi “estantería” gracias al pack de bienvenida de la MIRCon. En realidad era una tarjeta con un código para descargarlo, ya que Fata Libelli no edita en papel. Había visto el título de esta antología de relatos alguna vez por mi twitter, había escuchado hablar bien de ella, pero quizás, si no fuese por ese código de descarga no me hubiese animado a leerlo... y me estaría perdiendo un montón de mundos maravillosos.

Hic sunt dracones, de Tim Pratt

Hic sunt dracones es una antología de relatos de Tim Pratt. Son en total 7 relatos que llenarían unas 120 páginas en formato físico. Son 7 relatos unidos únicamente por el género fantástico, aunque incluso este se entiende de manera muy diferente en cada uno de ellos. Así, tenemos mundos paralelos, fantasmas, dragones, monstruos mitológicos... cada uno de los relatos es un universo diferente.

Y qué universos. Me ha encantado la antología, de principio a fin. No ha habido ningún relato que me aburriese o que no me gustase. Pero al contrario que muchos de los relatos de otros autores que me gustan, los relatos de Tim Pratt no brillan por lo que callan. Siempre escuché que la maestría del relato está en sugerir, en dejar que el lector entienda sin palabras, en transmitir más con lo que se calla que con lo que se dice.
Al contrario, lo que me alucinó de Tim Pratt es su capacidad de contar tantas cosas. Cómo, en un par de párrafos el lector tiene delante un universo con funcionamiento propio, y además, con las claves justas para entenderlo. Con un par de párrafos más dibuja a los personajes, perfectamente definidos y alejados de clichés.
Tim Pratt es sencillo pero preciso a la hora de contar la historia. Como decía, en un par de párrafos (o incluso menos) dibuja un universo y unos personajes, y antes de darse cuenta, el lector navega con esos personajes a través de su historia. Solamente vemos los pedacitos de universo que a Pratt le interesa para la historia, aunque para entenderla no harán falta más.
Algunos de los relatos juegan a extraer a seres fantásticos o mitológicos de sus ambientes más típicos e insertarlos en mundos diferentes, como el dragón de El sótano del mundo o la arpía de Vida con la arpía. También explora nuevos elementos o temas (el feminismo en Hart y Boot, la homosexualidad en La vida petrificada), aunque tampoco deja de lado los temas que nos tocan a todos (el amor y las pasiones -y no solamente las románticas-, la pérdida, el perdón, la desesperación, etc.).
Tim Pratt junta todos estos elementos, les da unas historias originales, contadas con una prosa precisa y ágil, un par de giros argumentales y estamos ante una de las mejores antologías que me he encontrado desde Una canción para Lya de George RR Martin (y estoy intentando leer antologías, no lo digo por decir). Tengo miedo de que la reseña no deje ver todo lo que me ha enamorado la antología y el autor: lo recomiendo, lo recomiendo muchísimo. No descarto releer algunos de los relatos en poco tiempo, porque tengo muchas ganas de volver a vivir en alguno de esos mundos.

La única pega que le pongo a la obra es que se me ha hecho muy corta. Me ha durado poco más de 24h y porque deliberadamente empecé otro libro para poder alargar los pocos relatos que me quedaban por leer. Quiero más Tim Pratt. Quiero más de sus mundos, de sus personajes y de sus historias.

Ahora que he probado a Fata Libelli y he comprobado su maravillosa traducción y edición, le estoy echando ojeadas al catálogo. Quizás la próxima en caer sea Aliette de Bodard.

Hic sunt dracones está publicado por Fata Libelli (ISBN 978-84-941506-1-6) y solamente se puede conseguir en formato digital. Aquí la tienda de la editorial o en Lektu.

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12 de abril de 2015

El género neutro, el sueco y el español

El género neutro en español

Hace unos días saltaba la noticia de que Suecia iba a incorporar al diccionario oficial un pronombre “neutro”, para dirigirse a personas transexuales o de sexo indeterminado, hen. Al momento empecé a escuchar cosas como "ay, ¡qué pasaría si se hiciese en España!", "¡cuándo llegaremos a dónde están ellos!", y voy a aprovechar el momento para hablar del tema, ya que siempre me pareció interesante pero no encontré la oportunidad.
Voy a hablar desde la perspectiva de alguien licenciado en Filología Hispánica, con tres años de Latín y cuatro de Historia del español, pero quiero hacerme entender. Es posible que por explicar algo de manera sencilla me coma detalles o cosas importantes, pero ya bastante largo será como para entrar en explicaciones y puntualizaciones. Si alguien quiere que puntualice algo que me lo diga en los comentarios y puede que haga una entrada aparte. Cuando se quiere hablar de evolución de lenguas de manera tranquila se necesita mucho espacio.

La noticia: hen
La Academia sueca ha anunciado que en la nueva edición de su diccionario van a incorporar un pronombre nuevo, hen, que se usa para referirse a personas transexuales o cuya identidad sexual se desconoce (porque no es relevante o porque no se quiere mencionar). No es un pronombre masculino ni femenino, por lo que se podría decir que es neutro.

El género neutro en español
El género neutro en español no existe. Lo siento, pero es así. Existía en latín, pero en uno de los pasos evolutivos entre el latín y español se perdió, a la vez que las declinaciones. En latín, la primera declinación era para género masculino, la segunda para femenino, la tercera para neutro y la cuarta y quinta para excepciones, pero al perderse estas distinciones, las palabras tuvieron que “reubicarse” entre las formas (y pronombres y modificadores) de masculino y femenino únicamente.
Desde que se empezó el debate lenguaje machista-lenguaje inclusivo se han alzado muchas voces clamando que el español tiene un género neutro. No lo tiene.

Género gramatical no es lo mismo que sexo biológico
Una de las primeras distinciones cuando queremos hablar de lenguaje inclusivo, lenguaje machista y esos temas, es que el género gramatical (palabras) y el sexo biológico (personas) no tienen por qué estar relacionados. A primera vista puede parecerlo, porque la correspondencia -a/mujer y -o/hombre es muy común. Pero un adjetivo o sustantivo que termina en -o puede referirse a una mujer (miembro -todos recordamos lo de miembra) y un adjetivo o sustantivo que termina en -a puede usarse para un hombre (policía). Tenemos un montón de adjetivos que ni siquiera varían su terminación según el sexo de quien estemos hablamos (ágil, feliz).
Sin embargo, la mayor parte de las palabras, terminen en lo que terminen, no implican un sexo. Es decir, una mesa, por terminar en -a y combinarse con palabras de género femenino no quiere decir que sea mujer. He llegado a escuchar barbaridades como que cesto es mayor que cesta porque los hombres suelen ser más corpulentos (aunque eso dependerá de la zona, en mi casa una cesta es considerablemente mayor que un cesto -idiolectos e idiotas).
Con esto quiero decir que no deberos relacionar género con sexo. No es un sistema tan cerrado como creemos a primera vista; en realidad es bastante flexible. Hay gente obsesionada con esta idea, o que desconoce la arbitrariedad de esta relación, cuando en muchísimos casos género y sexo no están ligados.
Otro tema que daría para una entrada entera es la de las profesiones: ¿es el juez/la juez o el juez/la jueza? ¿Si hace años la alcaldesa era la mujer del alcalde -y ella no tenía función-, para una mujer que gana unas elecciones municipales es mejor hablar de alcalde o alcaldesa? No puedo meterme en este tema ahora porque sería muy largo, si interesa decídmelo en comentarios y lo elaboro. Solamente diré que esas soluciones dependen de cada caso concreto, normalmente según la etimología de cada palabra, si coincide con otras palabras, etc.

Género gramatical y marca de género
Entonces, el español no tiene un género neutro, pero tenemos palabras que no hacen referencia a algún sexo. Ajá. Entonces es cuando tenemos que hablar de la marca de género o la ausencia de marca de género: una palabra tiene marca de género (es un anglicismo, debería ser “marca de sexo”) cuando hace referencia de manera inequívoca al sexo de quien está hablando. Si decimos:
Los caballos se rapan durante septiembre
no estamos diciendo que a las yeguas se les rape durante otro mes. Sin embargo, si decimos:
Las gatas son esterilizadas y desparasitadas cuando llegan
sí estamos excluyendo a los gatos macho. De la misma manera, cuando decimos:
Los alumnos de la universidad se manifiestan
nos referimos tanto a hombres como mujeres. Y cuando decimos:
Las alumnas de la universidad se manifiestan
sí estamos hablando concretamente del colectivo femenino y dejando fuera al masculino.
¿Por qué?
En la desaparición de las declinaciones latinas, la forma marcada (masculino) y la forma no marcada (neutro) de género en español acabaron teniendo la misma terminación. Y creedme, no es porque los hablantes tuvieran la concepción de que los hombres eran más importantes y solo los resaltaban a ellos: se llega a la misma terminación por procesos evolutivos diferentes. No me meto en detalles, pero es una coincidencia.

Si queremos decir:
Los alumnos de la universidad se manifiestan
y queremos hablar exclusivamente de los hombres, para sortear la forma no marcada tenemos que recalcar su sexo dando un pequeño rodeo:
Los alumnos varones de la universidad se manifiestan.
O explicando la situación de otra manera:
Los alumnos de la universidad se manifiestan hoy. Las alumnas se manifestarán otro día.

El desconocimiento de esta coincidencia en las formas es lo que lleva a mucha gente a argumentar que cuando se usan las formas no marcadas se invisibiliza a la mujer. En realidad no pasa eso, simplemente se está usando una forma que no menciona ningún sexo, pero que es la misma que se usa cuando se quiere hablar solo de varones.

El caso de Suecia y hen
Vistas estas consideraciones previas, vamos con la noticia:
El caso de Suecia no lo conozco de primera mano, pero las fuentes que he consultado están de acuerdo en dos cosas:
-Hen, su pronombre neutro, lleva bastante tiempo utilizándose. Llevan más de 20 años usándolo de manera regular, la gente lo reconoce.
-Se usa de verdad. Las fuentes también están de acuerdo en tiene un uso muy extendido para el ámbito tan limitado en el que se emplea. No solamente lleva mucho tiempo usándose, si no que hay consenso en su significado y la gente lo emplea en registros y ambientes diferentes.

Las malas soluciones del español
El caso del español es radicalmente diferente. Aunque hace años se vio que se necesitaba un pronombre sin marca de género para tratar el caso concreto de ciertas personas que no se enmarcan en las clasificaciones tradicionales, no hay una expresión que se use y se acepte de forma masiva. Hasta donde yo sé, no ha habido ningún intento en español de crear una fórmula que sirva para lo mismo que hen: se ha intentado borrar la marca de género en ciertos casos, pero no para hablar de personas concretas transexuales o para ocultar su sexo. Se ha intentado generalizar en colectivos, pero nunca para hablar de una persona: siempre hemos tenido que recurrir a él o ella para hablar de personas individuales.
Primero, se propuso la arroba para evitar confusiones con la forma no marcada (l@s niñ@s), pero ¿cómo se pronuncia eso? Se puede escribir pero no se puede decir, y las lenguas están para hablarlas antes que para escribirlas: no tiene sentido crear algo que solamente se puede escribir. Hace mucho que no veo que use, se vio que no funcionaba y se desechó. Un tiempo después, con la misma idea y con los mismos problemas, se empezó a usar -x- como sufijo de género no marcado  (amigxs).
Para lo mismo, se usó al mismo tiempo (aunque creo que ha tenido más vida) dividir los sufijos que indican género, a/o, pero sin consenso ortográfico. Tanto se podía escribir los/las como lo/as y se usaba de manera indiscriminada: creo que todos hemos leído alguna vez los/as estudiantes/as. Además, tampoco se puede pronunciar (se intenta, pero queda ridículo y no es nada práctico).

Últimamente, veo que se usan dos maneras:
-Forma femenina como forma no marcada: se da por elidido “personas” y se habla de “las” para referirse a colectivos. “Las asistentes al festival”, “las que firman”. Para mí, tienen el mismo problema que ellos le ven a la forma terminada en -o: coincide con una forma con género marcado y puede llevar a confusión. Además, así como la forma en -o no tiene por qué estar marcada, la forma en -a siempre lo ha estado. Dentro de un grupo de personas que lo use habitualmente puede parecer una solución, pero no arregla el problema: solamente le da una vuelta de tuerca a la que, además, la mayor parte de la sociedad le causa problemas de comprensión.
-Nuevas formas con sufijo -e-. “Les estudiantes”, “les niñes”. Esta solución apenas está extendida y me parece que es muy reciente. Por lo tanto, no puedo decir nada sobre ella: si se extiende y se acepta de manera masiva, si cala en la sociedad y en el habla del día a día, puede ser una solución. Personalmente, creo que caerá en el olvido pronto, pero quién sabe.

Cómo funcionan los diccionarios
Los diccionarios no le indican a nadie cómo tiene que hablar. Un diccionario no es una lista de normas, salvo por la ortografía. Para que una palabra entre en el diccionario la gente tiene que hablarla antes. No hay académicos inventándose palabras nuevas y desechando palabras antiguas y poniéndolas a la disposición de la gente (ni obligándoles a usarlas o a no usarlas). Cuando la gente empieza a usar una palabra, se está de acuerdo en su significado y en su uso, y cuando cala en la sociedad, es cuando se introduce en el diccionario.
La RAE no obliga a nadie a hablar de una manera concreta, y el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) es una obra de consulta: cuando quieres saber qué significa y cómo se usa una palabra, recurres a él. La RAE no se puede inventar una forma neutra, hacerla funcionar dentro de la lengua, meterla en el diccionario y decirle a la gente cómo tiene que hablar. El proceso es el contrario: la gente encuentra la estructura, la forma neutra, o lo que sea, y a base de usarla e integrarla en la lengua, la RAE tomará nota y la pasará al diccionario.
Por lo tanto, que una palabra no esté en el diccionario no significa que no se pueda utilizar. Y que esté en el diccionario no significa que sea obligatorio usarla. No se puede esperar a que la RAE invente una solución que termine con la coincidencia de la forma marcada con la no marcada, ni que invente un pronombre neutro para evitar mencionar el sexo: es algo que tiene que venir de la sociedad.

Las lenguas evolucionan según necesidades
Las lenguas evolucionan según las necesidades de los hablantes. Siempre ha sido así. Si la realidad social necesita que se creen palabras o se transformen significados, la lengua se adaptará (hemos incorporado un montón de palabras referentes al mundo de la informática en los últimos 10 años de manera natural porque eran necesarias). No es un cambio que se vaya a producir de un día para otro: se necesita un tiempo para comprobar si una solución es útil, para ver si los hablantes la aceptan y si luego cala en la lengua diaria. En Suecia empezaron a buscarla hace tiempo y dieron con una solución que les resulta útil. Ya está incorporada a la lengua diaria, ahora la Academia solo recoge de manera oficial que se usa.
El español algún día encontrará una fórmula que satisfaga a los hablantes. No voy a ampararme en el “buscan la fórmula porque no saben qué son las formas no marcadas” porque gran parte de los motivos por los que una lengua evoluciona es el desconocimiento de los hablantes (interferencias con otras palabras, interferencias con otras lenguas, etc.) y si fuésemos todos unos puristas eruditos seguiríamos atascados en el indoeuropeo o antes. Si la gente realmente lo necesita, el español evolucionará.
Y si la sociedad lo pide, también se encontrará una solución para referirse a las personas transexuales o cuyo sexo se desconoce o esconde. De momento, como digo, no se ha inventado nada. Si es necesario, se hará. Pasará un tiempo entre que se intenta incorporar, se prueba si funciona o no y luego se extiende, pero ocurrirá. Personalmente, creo que nos estamos apañando bastante bien a pesar de que en casi todos los adjetivos llevan alguna forma marcada, pero ellos nos dirán. Y el tiempo dirá. Sin agobios, joder.

Foto de cabecera de Alex Veit, modelo andrógino, extraída de su facebook.
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3 de abril de 2015

Booktag: los 7 enanitos

Sigo un poco despistada con el blog, pero avanzando con las lecturas. Pronto volverán las reseñas, y durante el Camp NaNoWriMo seguro que aparecen cosas para comentar (otro NaNo que empezaré tarde por estar fuera de casa, me gusta el riesgo).
Hace tiempo que no hago ningún booktag, y no porque no quiera. El último y por ahora único que hice fue Enfermedades de los libros. Y hoy, por sugerencia de Kyrylys, voy con Los siete enanitos:

Sabio: un libro con el que hayas aprendido mucho
Siempre nombro El médico de Noah Gordon, pero esta vez diré El marciano, de Andy Weir. Nunca le había prestado mucha atención a Marte hasta entonces, y además de acabar conociendo cómo es vivir allí, cómo es un planeta sin atmósfera, cómo su geografía (si me puso a mirar mapas y todo), te habla de física y de química haciéndolas fáciles. También cómo funciona la NASA, cómo se prepara una misión espacial y un poco de cómo viven los astronautas mientras están allá arriba. (Mi reseña)



Gruñón: un libro que te haya cabreado muchísimo
Cibertormenta, de Matthew Mather. Hice una entrada sobre por qué estaba enfadada con el libro (concretamente con el traductor), por confundir tejer con coser: Por qué estoy enfadada con Cibertormenta. A pesar de eso, aún espero retomarlo algún día y terminarlo.

Feliz: un libro que te haya hecho feliz terminar
Entrevista con el vampiro, de Anne Rice. Lo leí hace mucho tiempo. La primera vez no pude terminarlo, y la segunda me empeñé y lo terminé. Ahora puedo decir que no me gustó tanto, que me parece que tiene mucho relleno y que ciertas partes me parecieron muy aburridas. No conseguí conectar con los personajes; es más, creo que los aborrecí a todos. Recuerdo pocas escenas interesantes y, en general, no era lo que se me había prometido.




Dormilón: un libro que te haya dado muchísima flojera
Podría dar una lista de casi todos los libros de mi carrera, pero hubo concretamente que tengo grabado. Intenté varias veces leer El libro del buen amor, del Arcipreste de Hita, pero no pude. Me daba mucha pereza leerlo durante el curso, pero en un arrebato de responsabilidad me lo llevé a casa durante las vacaciones de Navidad para leérmelo. No pude pasar de la sexta página porque me quedaba dormida. Aunque lo leyese a las 6 de la tarde: me dormía, de manera literal. Sé de qué va el libro porque lo estudiamos en clase, pero no pude pasar del exordio (donde el “poeta” se encomienda a Dios y le pide inspiración para poder terminar su obra, que irá dedicada a Él y su Gloria, etc, etc, etc.)

Tímido: un libro que te avergüences de haber leído
Avergonzar, creo que no me avergüenzo de ninguno. Estoy recordando y me alegro de no haber leído, porque me hubiese dado vergüenza perder el tiempo en eso, la última parte de Crepúsculo, de Stephenie Meyer. Leí los primeros libros y no me entusiasmaron demasiado. Poco después los leyó una amiga, que además compró Amanecer cuando salió. Le pedí que cuando lo terminase me lo prestase, pero me fue contando de qué iba a medida que iba leyendo y ya vi que era mejor que no me lo prestase. También, mientras leía la segunda y la tercera parte de El corredor del laberinto me echaba las manos a la cabeza y me tapaba la cara porque no podía aceptar que estuviese leyendo algo tan malo. (Mi reseña de El corredor del laberinto y mi destripe de Las pruebas).
Pero en realidad, me avergüenza más no haber leído a ciertos autores a estas alturas.

Mocoso: el libro que te haya puesto más enfermo
Un mundo feliz, de Aldous Huxley, al igual que Farenheit 451, de Ray Bradbury, me pusieron los pelos de punta. Por el conformismo y la pasividad de los personajes secundarios, que son incapaces de ver más allá de las paredes-pantalla de su casa, a los que les chillan mensajes para que sigan siendo así de sumisos y cabezahuecas, y lo aceptan con gusto. Me ponía enferma ver cómo los protagonistas de los libros despertaban, intentaban cambiar algo y solamente recibían respuestas vacías e intentos de que volviesen a someterse.



Mudito: un libro que te haya dejado sin habla
Un monstruo viene a verme, de Patrick Ness. Me dejó sin habla cómo es capaz de condensar tanto contenido en tan pocas palabras, cómo escoge la manera perfecta de plasmar la historia en cada momento y sobre todo, por esa habilidad que tiene para dejar que el lector intuya qué va a pasar antes de que el protagonista. Y también por la historia tan dura que contiene, claro. (Mi reseña)





Yo me iré de vacaciones una semana después del resto del mundo. Ya sabéis que en vacaciones leo mucho y con muchas ganas. Preveo que van a caer reseñas nuevas pronto. Pero si conocéis algún booktag divertido, dejádmelo en los comentarios. Son una buena excusa para hablar de libros de forma breve ;)

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Suficiente blog por hoy. ¡A escribir!