31 de mayo de 2013

Sinsajo


Como suponía, no tardé demasiado en terminar Sinsajo, el último libro de la trilogía Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins. Como los otros dos libros, es fácil de seguir y se lee rápido; más de lo que esperaba. En mi caso, con un par de capítulos leídos previamente, fue sentarme una tarde en el sofá y devorar las páginas que me quedaban.

Tras los dos primeros libros, en el que conocíamos Panem, a Katniss y a Los juegos del hambre y veíamos cómo se empezaba a gestar la revolución que liberaría a los distritos de la dictadura del Capitolio, llegamos a la propia revolución. Los rebeldes y el Capitolio están en guerra, y con Katniss como símbolo de la liberación, empieza la ofensiva.

La conclusión a la trilogía está más o menos a la altura de En llamas, aunque me ha gustado menos que Los juegos del hambre. Está un poco más estructurado que la segunda parte, pero no tanto como la primera. Eché de menos el misterio que rodea a la acción del primero (el no saber nunca qué va a pasar después de que Katniss despierte, o al día siguiente; esa sensación de que todo puede cambiar en un segundo), pero por otra parte, es más crudo y cruel que los otros dos libros anteriores. Es menos amable con los personajes, y el lector sufre las heridas de todos los personajes, incluida Katniss, además de muerte tras muerte hacia el final (como si volviéramos a estar en los Juegos, aunque ya conocemos a los personajes y sus muertes duelen más).
Desde luego, la parte más entretenida de todo Sinsajo fue el final del libro, cuando los rebeldes se acercan al Capitolio y más acción que la fingida para la televisión. Sin embargo, el final del libro, la conclusión (muy al estilo JK Rowling con Harry Potter) no me ha dejado del todo satisfecha. Es un final agridulce y como el final de En llamas, me ha dado la impresión de que está escrito a prisa, precipitadamente. Eché de menos un recuento final de personajes y su despedida (como la familia de Rue, ahondar un poco en qué pasó con Cinna, el resto de estilistas, etc., es decir, que Katniss se preocupase un poco más por los personajes por los que se llevaba preocupando durante los libros anteriores).

Se ha hablado de la crítica directa que hace Los juegos del hambre a la sociedad actual. Sin embargo, yo no acabo de verla. Sí encuentro la relación que hay con la diferencia por clases, la anulación del pobre, el condicionamiento social según dónde hayas nacido... pero nada más. No veo en el Capitolio la reencarnación de ningún sistema político, país o cuidad. Tampoco veo en los distritos el reflejo de ninguna sociedad o país. Y mucho menos las relaciones que hay dentro de Panem de sus diferentes zonas. Me he tomado este libro simplemente como una distopía futurista, una historia alejada en lugar y tiempo, ciencia ficción y nada más. Además, tal y como está escrita y presentada, no creo que la intención de la autora fuese hacer ninguna denuncia social ni animar a una revolución.

A pesar de estas objeciones y el final descafeinado y agridulce, la trilogía me ha gustado. Sigo pensando que son unos libros fantásticos para animar a la lectura, e incluso, como una chica que conozco, para practicar una lengua extranjera. Son sencillos, dinámicos, sin construcciones complicadas, largas descripciones ni pasajes pesados. Así como tenga oportunidad voy a recomendarlos, sobre todo el primero, para alguien que quiera sentirse enganchado por un libro y preocupado por sus personajes.

Nota general de la trilogía: 8/10

13 de mayo de 2013

Los juegos del hambre y En llamas

Los dos primeros libros de la trilogía de Los juegos del hambre, de Suzanne Collins han sido mucho más breves y rápidos de leer de lo que esperaba. Me he ido el fin de semana a casa de una amiga, y durante las horas muertas (por las mañanas, después de comer y antes de cenar) estuve leyendo. Me terminé Los juegos del hambre, que lo llevaba empezado de casa (apenas había leído un tercio del libro) y empecé y terminé En llamas, la segunda parte. Ahora en casa, con más horas ocupadas, empezaré Sinsajo y espero que me dure un poco más.
Porque qué libros más breves, qué rápido se leen. Tanto que no me ha dado tiempo a hacer dos entradas separadas.



Nos encontramos en un futuro, no sabemos si lejano o cercano, en el que el sistema político es muy diferente a los que conocemos: el territorio que antes ocupaba EEUU está ahora dividido en 14 zonas: los distritos del 1 al 13 y el Capitolio, la capital, próspera y rica. Hace casi 75 años los distritos empezaron una revolución, que terminó en la destrucción total del Distrito 13, el duro sometimiento a los otros 12 y el origen de Los juegos del hambre: un espectáculo televisivo anual en el que los 12 distritos envían dos tributos (un chico y una chica de entre 12 y 18 años) para que compitan a muerte. Solo uno de ellos, el ganador, volverá vivo a casa.
Es el día en el que eligen los tributos de los Juegos de este año. Las posibilidades de que Prim, la hermana de 12 años de Katniss, la protagonista, saliera elegida tributo, eran mínimas. Katniss, en un intento desesperado de salvar la vida de su hermana, se presenta voluntaria para sustuirla. Pero así como aparece en el Capitolio ante el público, se convierte en más que una competidora.

La primera impresión que tuve de los libros es que son muy fluidos. Están escritos en primera persona, pero en tiempo presente, y apenas hay saltos temporales, por lo que son muy inmediatos y la historia fluye sola entre las páginas. Además, sobre todo en el primer tercio del primer libro no hay anticipaciones: Katniss sabe tan bien qué va a pasar que no lo adelanta, pero el lector se va encontrando sorpresas a cada página, y no sabe cuándo parar de leer porque no sabe cuál es el siguiente paso en el protocolo de los Juegos. Así, cuando te das cuenta, estás enganchado al libro y sumergido en la historia.
También son muy sencillos. Es decir, no hay adornos estilísticos, ni construcciones extrañas. El lenguaje es simple y directo, sin rodeos; no distrae de la historia. Estructuralmente, el primer libro es más sencillo que el segundo, pero igualmente son sencillos y lineales, aunque se permiten unos pequeños flashbacks bien colocados, que más que retrasar la acción, incluso la ayudan a avanzar.
La trama engancha, y no hay trabas que distraigan, ni obstáculos que la impidan avanzar. Desde las primeras páginas, en el día de la cosecha, la acción avanza implacable hasta más allá del final de los juegos. Pero además, es una trama diferente, que, aunque se puede presuponer un poco predecible (creo que no es descabellado pensar que, si Katniss está narrando el libro, es ella quién gana los Juegos), tiene sus momentos de sorpresas, sus revelaciones y sus acciones inesperadas; aunque quizás esto ocurre más en En llamas.
Me refiero a que no es una trama trillada, con escenarios más que conocidos (una ciudad, un instituto) y con personajes típicos que ya has conocido en otros libros. Para nada. La propia trama, que le plantea problemas a los personajes a los que no estamos acostumbrados, hacen que estos se comporten de una manera a la que no estamos acostumbrados. Sin ir más lejos: luchan por su vida. Deshumanizan, des-empazatizan con los otros personajes y los atacan. Se crean estrategias y alianzas muy frágiles que sabes que tarde o temprano se tendrán que romper; hay momentos puntuales en los que, de manera imprevista, pasan cosas que obligan a estos cambios. Hay momentos en los que la trama se vuelve cruel, cruda e injusta. Hay momentos de tranquilidad o incluso felicidad, aunque son menos.
Pero además de la trama, la autora crea un mundo con una distribución y sociedad completamente diferente: el aislamiento entre distritos, las grandes diferencias que hay entre distritos, y entre los distritos y el Capitolio. Y sobre todo, el esfuerzo que hace la autora para dejar patentes estas diferencias: Katniss no deja de sorprenderse de la frivolidad y superficialidad de su equipo de estilistas, mientras ella solo piensa en cómo sobrevivir o en qué estarán sufriendo en el resto de distritos.
Se agradece un cambio de todos estos aspectos. Se agradece buscar en las sinopsis y encontrar unos títulos más que no siguen con los argumentos y personajes de moda (desde hace poco, seres sobrenaturales -vampiros, hombres lobo, zombies- insertados en la realidad mediocre de un instituto; hace unos pocos años más, fantasía de dragones, héroes, elfos y magia) y de la trama amorosa o sentimental, que lleva décadas acaparando páginas y páginas. Además, aunque sigo sosteniendo que los libros no cambian la sociedad ni la manera de pensar o actuar de los que los leen, me alegro de encontrar por fin una protagonista femenina responsable, decidida, poderosa, con habilidades adquiridas y no naturales que toma decisiones y acarrea con las consecuencias.

En consideraciones más concretas de cada uno de los libros, quizás me haya gustado más el primero. Al estar estructurado de una manera más clara (preJuego, los Juegos, el final de los Juegos) y estar leyendo en un archivo sin saber cuánto me quedaba para el final, estuve más localizada dentro del avance de la trama y era más fácil saber en qué momento estaba. Me gustó prácticamente todo del libro, salvo quizás que se me hizo demasiado corto y el final abrupto que tiene. Me gustaron los escenarios, los personajes, hasta el final cruel que tienen los Juegos con los mutos.
Sin embargo, estuve un poco más desorientada durante el segundo. Y aunque tiene también sus cosas buenas, no me gustó tanto como el primero. La trama tiene un par de giros inesperados que fragmentan el libro (como el Vasallaje tras la gira, cuando parece que se empieza a abrir la trama hacia el Distrito 13) y dejan partes colgadas para poder seguir avanzando con las nuevas.
Y sobre todo, me ha disgustado el final del segundo libro. El último capítulo es muy diferente al resto del libro, como un epílogo descolgado, que tuvo que poner la autora (o editor) con prisa para abrir el tercero, Sinsajo. Está poco elaborado, introducido de una manera que no me parece la más natural ni esperable por tal y como se introdujeron el resto de historias, flashbacks o reflexiones.

Por todo esto, he pensado que estos libros son perfectos para introducir en la lectura a chavales. Siempre he estado en contra de los libros obligatorios en los institutos, pero creo que estos podrían funcionar. O fuera de las clases, como sugerencia a amigos, hijos o conocidos.
¿Por qué? Primero, no son aburridos, enganchan. Es malo tener que leer por obligación, pero es mucho peor tener que leer por obligación un libro que no te interesa y que te aburre o no te aporta nada, ni siquiera distracción. Segundo, son sencillos de leer. Avanzan rápido, y aunque en formato físico tienen muchas páginas, se leen rápido; no se hacen eternos. No hay que hacer ningún esfuerzo para leerlos ni hay palabras, expresiones o frases extrañas (aún recuerdo el “hija de la Aurora, de dorados dedos” de la Odiesa, y de la odisea que era leerlo). Se centra todo en la trama. Y tercero, la trama en sí. Es impactante, es directa, es cruda y es novedosa. A los que somos un poco mayores puede que no nos impresione demasiado, pero me pregunto qué pensarán chicos de 15-16 años sobre la sangre, heridas, frío, hambre y toda clase de calamidades que pasan los personajes, además de formar las estrategias y alianzas con el peligro de muerte siempre sobrevolando. Estoy casi segura de que les interesa o les motiva a seguir leyendo. Desde luego, no les dejará indiferentes.

Terminados Los juegos del hambre y En llamas, ahora voy a por Sinsajo. No sé cuánto me llevará terminarlo, pero imagino que poco. Aunque no me haya gustado la manera en la que está cerrado En llamas, han introducido una parte nueva de la historia que tengo ganas de explorar. Espero no tardar mucho en volver por aquí.

8 de mayo de 2013

Un kebab, varias granjas, algunos canguros y una vida por exprimir

Qué pronto vuelvo a escribir en el blog, después de meses escribiendo una o dos entradas al mes. ¿He acabado otro libro ya? No, pero casi, y quiero escribir sobre él.



Después de pasar dos meses con dos libros, quería leer algo más cortito, un poco menos intenso y largo. Aunque ni el título ni el argumento me llamaban, hacía tiempo que había escuchado hablar de Un kebab, varias granjas, algunos canguros y una vida por exprimir de Jaime Barroso, y lo tenía en la cola.
Lo conocí gracias a Sôber y a la canción que hicieron para la banda sonora del disco. Tras probar el libro, creo que sigo creyendo que me gusta su música, pero no las decisiones personales que toman. Apenas había leído un par de capítulos del libro cuando decidí dejarlo; tengo demasiados libros a la cola y tengo demasiadas ganas de leerlos como para seguir con un libro a disgusto. Quizás en un tiempo lo retome y hable de él, pero ahora quiero explicar qué no me ha convencido.

El argumento del libro no me atraía. Las historias de viajes, descubrimientos personales y esa clase de historias que suelen apelar al lector y les despiertan un algo dentro nunca me llamaron la atención. Pero a mí las historias me dan más o menos igual; lo que me importa es cómo me la cuentan. Una historia simple, incluso cutre, si está bien contada, me va a gustar. Y es en lo que ha fallado este libro.
La narración y el estilo del narrador es lo que me han impedido seguir con el libro. No me ha gustado el tono en el que está narrado: de una manera sencilla y supuestamente cómica, que yo he interpretado como casi condescendiente. Como si infantilizara al público o supusiese que iba a ser tonto y hay que contarle las cosas despacito y sencillas. Además, está plagado de repeticiones de conceptos, pronombres relativos y de juegos de palabras y chistes malos y fáciles que ensucian el estilo y la fluidez de la narración.
Pero sobre todo, lo que más me llamó la atención negativamente es que, en los dos primeros capítulos que leí, no hay acción. Bueno, hay un poco: cuando Pau cena con su amigo el kebab y va hasta su casa y cuando, ya en el hospital, habla con el niño con leucemia. El resto de las páginas se basan en descripciones directas de los personajes, de su presente, aspiraciones, deseos, miedos, etc. Prefiero conocer a los personajes por lo que hacen y por lo que dicen a tener que fiarme de lo que el narrador diga. Me resulta poco natural leer páginas y páginas sobre un personaje, sabiendo que está delante de mí, esperando para actuar, en vez de actuar por sí mismo. La impresión que me han dado esas páginas mientras las leía era que estaba delante un resumen de ese personaje y de su historia, que estaba narrada y extendida en otro libro. El narrador emplea demasiado tiempo en describir el interior de los personajes en vez de contarnos las acciones que nos pueden llevar a conocerlo.
Además, me he encontrado pequeños detalles que me chirriaban. Como, por ejemplo, cuando cuenta las impresiones de Mar para enamorarse de Pau, dice que le gustaba su “entusiasmo”, cuando llevaba páginas diciendo que Pau era un ser anodino, que vivía siguiendo la corriente, sin plantearse si le gustaba su vida o quería cambiarla. ¿Entusiasmo por qué? En otra clase de obra, con otra clase de planteamiento, quizás hubiera pasado desapercibido, pero ya no estaba valorando positivamente el libro, y no pude dejarlo pasar.

No he llegado a entrar en la historia en sí por lo que no puedo hablar de ella, pero sí de la manera con la que están contados los primeros capítulos, e imagino que el resto.
Admiro que Jaime Barroso haya conseguido publicar su primer libro, que haya conseguido crear una banda sonora para él, incluso convencer a un grupo como Sôber para hacerle una canción a propósito.
Quizás estos sean “fallos” de principiante, o que el autor ni siquiera haya reflexionado sobre lo que acabo de decir; aunque lo más probable es que a él le guste así y a mí no, sin más. Pero de momento, dejo este libro parado.
Y como quería leer algo cortito entre Crónica del asesino de reyes, me he puesto a leer Los juegos del hambre, que alternaré con El médico. Brevísimo todo.

6 de mayo de 2013

El temor de un hombre sabio


He tardado un mes en terminar este libro, a pesar de que lo empecé con muchas ganas y me tragué casi 200 páginas en una noche. No he tenido un ritmo constante y ha habido días que he leído apenas un par de capítulos, pero el libro es largo y pasan un montón de cosas.
Me da rabia, en el fondo, haber leído estos dos libros en este momento, y no haber esperado que saliera el tercero. Porque no son autoconclusivos, sino que son partes de una historia más grande, y la historia está sin terminar. Además, Rothfuss es un tío listo, y en El nombre del viento nos adelantó muchas cosas, y aún no conocemos algunas de ellas. Tendremos que seguir esperando.

El temor de un hombre sabio es una digna continuación de El nombre del viento. Mientras empezaba a leerlo hubo gente que me dijo que le gustó más la primera parte, otros decían que la segunda... yo soy incapaz de no ver dos fragmentos de una historia más grande que aún no conocemos. Pasan cosas diferentes, Kvothe deja de ser un niño y crece, pasa la mayor parte del libro fuera de la Universidad, en países y lugares muy diferentes; y te pueden gustar más que Tarbean o Imre o la Universidad; pero narrativamente es una continuación que sigue a la primera parte. Tanto que empecé el segundo libro nada más acabar el primero y no he notado cambios, si no fuese por ese “Aquí termina la primera jornada. Continuará...”. Estoy intentando recordar qué pasaba en este libro, y no tengo claras las fronteras entre ambos.

En este libro, vemos cómo Kvothe va creciendo. Vemos cómo va desarrollando sus habilidades, tanto intelectuales como físicas o simpáticas; cómo va creciendo y aceptando responsabilidades. Cómo se va a perseguir el viento, y se lo trae consigo. También cómo viaja, conoce diferentes culturas e intenta respetarlas y conocerlas. Cómo se enfrenta a retos y cómo los va solucionando (el encargo del maer, el tiempo que pasa con Felurian), y, sobre todo, cómo se va extendiendo su fama y su reputación.
Una de las cosas que más me gustan de este libro, y es pura curiosidad de filóloga, es cómo se van retransmitiendo los relatos orales. Es decir, cómo Kvothe vive sus aventuras, cómo las recibe el pueblo, y cómo se van transformando en el boca a boca. Quien no haya intentando comprender la literatura oral de la Edad Media no le llama la atención, pero se nota que Rothfuss sabe de historia de la literatura y lo ha plasmado perfectamente.

Además, tengo que volver a nombrar la maestría del autor como narrador, y como transmisor de historias. De nuevo, es capaz de hacer que las sensaciones de los personajes te calen. Ha sido capaz de crear y describir un mundo tan diferente, precioso y especial como el mundo Fata, con sus habitantes, como Felurian, el Cthaeth, las mariposas, y el cambio de luz según la posición geográfica, no según la hora. A través de las páginas que se desarrollan en Fata casi he podido ver los colores, las medias sombras, la oscuridad y el bosque. También ha podido crear una corte con sus especulaciones y frivolidades como la de Severen y el maer, con su juego de anillos, jerarquías e influencias. Es capaz de crear cosas muy diferentes, originales. Y te las hace sentir como reales.
Hay de nuevo momentos tensos, momentos tristes, de acción o simplemente, para disfrutar. Y Rothfuss triunfa en cada uno de ellos. Sin embargo, hubiera gustado que hubiese más acción que la pelea con los bandidos en el bosque, ya que ocurre tan temprano (y la estancia en Ademre y los falsos Edena Ruh son muy breves); espero que haya más peleas épicas en el tercer libro, que las esté guardando para el final.

Porque ahora que conozco los personajes, los lugares, y algunas de las aventuras que se nos avanzan en la sinopsis de El nombre del viento, no puedo dejar de pensar en qué está por venir. No paran de aparecer preguntas, que se abren y abren y hasta ahora, no se ha respondido ninguna. Pero veamos, hasta ahora, qué parte de lo que sabemos que va a hacer, ha hecho (en verde lo que conocemos y en rojo lo que no):

“Me llamo Kvothe, que se pronuncia ‘cuouz’. Los nombres son importantes porque dicen mucho sobre la persona. He tenido más nombres de los que nadie merece. Los Adem me llaman Maedre. Que, según como se pronuncie, puede significar la Llama, el Trueno o el Árbol Partido. Mi primer mentor me llamaba E’lir porque yo era listo y lo sabía. Mi primera amante me llamaba Dulator porque le gustaba cómo sonaba. Me han llamado Kvothe el Sin Sangre, Kvothe el Arcano y Kvothe el Asesino de Reyes. Todos esos nombres me los he ganado. Los he comprado y he pagado por ellos. Pero crecí siendo Kvothe.
Una vez mi padre me dijo que significaba ‘saber’. He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos. Quizá hayas oído hablar de mí.”

Y ahora las preguntas que no dejo de formularme:
¿Por qué lo expulsan de la Universidad?
¿A qué princesa roba a un rey agónico? ¿Se refiere a Meluan?
¿A qué rey mata para que la saga se llame “Crónica del asesino de reyes"? ¿Alveron? ¿Otro rey? ¿Más de un rey?
¿Por qué Denna no está con él viviendo tranquilamente en Roca de Guía?
¿Quién es el mecenas de Denna? Tengo muchas sospechas de quién puede ser, fundamentalmente dos personajes ya conocidos (y bien conocidos), pero me da miedo pronunciarme antes de saberlo oficialmente.
¿Qué ha pasado para que Kvothe decidiese coger una posada y ser una “persona normal”? Y teniendo en cuenta lo oxidado que está, hasta el punto de que parece que no puede hacer simpatía o luchar, ¿cuánto tiempo hace de eso?

Dejaré reposando estas preguntas. Esperemos que Las puerta de piedra (que parece que se llamará el tercer libro) las resuelva. Y que llegue pronto.

Suficiente blog por hoy. ¡A escribir!