3 de diciembre de 2012

No estoy triste porque no está aquí, soy feliz porque existe. No estoy triste por no poder sentirlo ahora, sueño con el momento en el que lo pueda tocar y sentir por primera vez.
Cuando imaginamos algo, en nuestro cerebro es real por un instante. Cuando vuelvo a la realidad no me duele, porque en unas horas soñaremos juntos, con el momento de vernos, con el momento de hacernos físicos.
No cuento los kilómetros que nos separan, sino las sonrisas que le puedo arrancar.
Sé que lo quiero por sus palabras, no por sus hechos o por su aspecto. Sus palabras, su manera de ser me llama y me atrapa; la forma más pura de llegar a alguien.
Disfruto de cada palabra, no hay momentos de aburrimiento o de silencio. Intentamos conocernos a través de detalles, de pequeñas cosas. Me descubro deseando ser mejor solo para él, por él.
Y ahora me acuesto sola. Me consuela su paralelismo, saber que en algún lugar ahí fuera él está durmiendo, como yo, pensando en mí como yo pienso en él. Me acuesto sola, pero un día él estará a mi lado y habrá valido la pena la espera.
Aprovecharemos cada momento que estemos juntos, cada hora que le podamos robar al reloj, como si fuera el primero.
Encuentro una fuerza de voluntad y un valor dentro de mí que no conocía. Aprendo a ver el mundo con mejores ojos, a soñar despierta sin que se me venga el mundo encima. Y cuando suena el teléfono y escucho su voz, se difumina el resto del mundo. Mientras, cada letra es una sonrisa y un pequeño vuelco al estómago.
Buscamos un futuro mejor para los dos. Realistas y cuidadosos, sabemos que el lugar no importa, solo la compañía. Aprendemos a priorizar y a ser independientes, pero dos.

No lloro porque no está aquí. Soy feliz porque está a mi lado.
So close, no matter how far.

1 comentario:


Suficiente blog por hoy. ¡A escribir!